20130819


CREMITA PARA OJOS SELECTOS:

Muy bien mis drugos, ya me he decidido, ya ha quedado claro y cristalino; hay que retomar este proyecto de manera voraz y desconsolada. No por que nos apetezca, no por que sea un pozo infinito de creatividad retardada, ni siquiera por que nos partamos el proverbial ojete; si no porque nos hace falta. Necesitamos un nexo de unión. Algo que nos mantenga en continuo contacto entre las, cada vez más, lejanas ocasiones en las que nos juntamos. 
Necesitamos de nuevo un espacio donde expresarnos y decirnos chorradas día sí y día también. Y, esperando que me sigáis, arranco.
Love you putos.

Os hago entrega de un relato corto del inmortal (y futuro premio doy-ostia) Charles Bukowski. Me encontré con esta puta crema el otro día releyendo uno de sus libros de cuentos (Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones). Es curioso cómo puedes apreciar el arte en un momento de tu vida y redescubrirlo a los años de forma totalmente nueva. Lo dicho, cuento de Bukowski, cremita puta, el que quiera entender, que entienda.


                                            QUINCE CENTÍMETROS
Los primeros tres meses de mi matrimonio con Sara fueron aceptables, pero luego empezaron los problemas. Era una buena cocinera, y yo empecé a comer bien por primera vez en muchos años. Empecé a engordar. Y Sara empezó a hacer comentarios.
—Ay, Henry, pareces un pavo engordando para el Día de Acción de Gracias.
—Tienes razón, mujer, tienes razón —le decía yo.
Yo trabajaba de mozo en un almacén de piezas de automóvil y apenas si me llegaba la paga. Mis únicas alegrías eran comer, beber cerveza e irme a la cama con Sara. No era precisamente una vida majestuosa, pero uno ha de conformarse con lo que tiene. Sara era suficiente. Respiraba SEXO por todas partes. La había conocido en una fiesta de Navidad de los empleados del almacén. Trabajaba allí de secretaria. Me di cuenta de que ninguno se acercaba a ella en la fiesta y no podía entenderlo. Jamás había visto mujer tan guapa y además no parecía tonta. Sin embargo, tenía algo raro en la mirada. Te miraba fijamente como si entrara en ti y daba la impresión de no parpadear. Cuando se fue al lavabo me acerqué a Harry, al camionero.
—Oye Harry —le dije—. ¿Cómo es que nadie se acerca a Sara?
—Es que es bruja, hombre, una bruja de verdad. Ándate con ojo.
—Vamos, Harry, las brujas no existen. Está demostrado. Las mujeres aquellas que quemaban en la hoguera antiguamente, era todo un error horrible, una crueldad. Las brujas no existen.
—Bueno, puede que quemaran a muchas mujeres por error, no voy a discutírtelo. Pero esta zorra es bruja, créeme.
—Lo único que necesita, Harry, es comprensión.
—Lo único que necesita —me dijo Harry— es una víctima.
—¿Cómo lo sabes? .
—Hechos —dijo Harry—. Dos empleados de aquí. Manny, un vendedor, y Lincoln, un dependiente.
—¿Qué les pasó?
—Pues sencillamente que desaparecieron ante nuestros propios ojos, sólo que muy lentamente... podías verles irse, desvanecerse. ..
—¿Qué quieres decir?
—No quiero hablar de eso. Me tomarías por loco.
Harry se fue. Luego salió Sara del water de señoras. Estaba maravillosa.
—¿Qué te dijo Harry de mí? —me preguntó.
—¿Cómo sabes que estaba hablando con Harry?
—Lo sé —dijo ella.
—No me dijo mucho.
—Pues sea lo que sea, olvídalo. Son mentiras. Lo que pasa es que le he rechazado y está celoso. Le gusta hablar mal de la gente.
—A mí no me importa la opinión de Harry —dije yo.
—Lo nuestro puede ir bien, Henry —dijo ella.
Vino conmigo a mi apartamento después de la fiesta y te aseguro que nunca había disfrutado tanto. No había mujer como aquélla. Al cabo de un mes o así nos casamos. Ella dejó el trabajo inmediatamente, pero yo no dije nada porque estaba muy contento de tenerla. Sara se hacía su ropa, se peinaba y se cortaba el pelo ella misma. Era una mujer notable, muy notable.
Pero como ya dije, hacia los tres meses, empezó a hacer comentarios sobre mi peso. Al principio eran sólo pequeñas observaciones amables, luego empezó a burlarse de mí. Una noche llegó a casa y me dijo:
—¡Quítate esa maldita ropa!
—¿Cómo dices, querida?
—Ya me oíste, so cabrón. ¡Desvístete!
No era la Sara que yo conocía. Había algo distinto. Me quité la ropa y las prendas interiores y las eché en el sofá. Me miró fijamente.
—¡Qué horror! —dijo—. ¡Qué montón de mierda!
—¿Cómo dices, querida?
—¡Digo que pareces una gran bañera llena de mierda!
—Pero querida, qué te pasa... ¿Estás en plan de bronca esta noche?
—¡Calla! ¡Toda esa mierda colgando por todas partes!
Tenía razón. Me había salido un michelín a cada lado, justo encima de las caderas. Luego cerró los puños y me atizó fuerte varias veces en cada michelín.
—¡Tenemos que machacar esa mierda! Romper los tejidos grasos, las células...
Me atizó otra vez, varias veces.
—¡Ay! ¡Que duele, querida!
—¡Bien! ¡Ahora, pégate tú mismo!
—¿Yo mismo?
—¡Sí, venga, condenado!
Me pegué varias veces, bastante fuerte. Cuando terminé los michelines aún seguían allí, aunque estaban de un rojo subido.
—Tenemos que conseguir eliminar esa mierda —me dijo.
Yo supuse que era amor y decidí cooperar...
Sara empezó a contarme las calorías. Me quitó los fritos, el pan y las patatas, los aderezos de la ensalada, pero me dejó la cerveza. Tenía que demostrarle quién llevaba los pantalones en casa.
—No, de eso nada —dije—, la cerveza no la dejaré. ¡Te amo muchísimo, pero la cerveza no!
—Bueno, de acuerdo —dijo Sara—. Lo conseguiremos de todos modos.
—¿Qué conseguiremos?
—Quiero decir, que conseguiremos eliminar toda esa grasa, que tengas otra vez unas proporciones razonables.
-¿Y cuáles son las proporciones razonables? —pregunté.
—Ya lo verás, ya.


Todas las noches, cuando volvía a casa, me hacía la misma pregunta.
—¿Te pegaste hoy en los lomos?
—¡Si, mierda, sí!
—¿Cuántas veces?
—Cuatrocientos puñetazos de cada lado, fuerte.
Iba por la calle atizándome puñetazos. La gente me miraba, pero al poco tiempo dejó de importarme, porque sabía que estaba consiguiendo algo y ellos no...


La cosa funcionaba. Maravillosamente. Bajé de noventa kilos a setenta y ocho. Luego de setenta y ocho a setenta y cuatro. Me sentía diez años más joven. La gente me comentaba el buen aspecto que tenía. Todos menos Harry el camionero. Sólo porque estaba celoso, claro, porque no había conseguido nunca bajarle las bragas a Sara.
Una noche di en la báscula los setenta kilos.
—¿No crees que hemos bajado suficiente? —le dije a Sara—. ¡Mírame!
Los michelines habían desaparecido hacía mucho. Me colgaba el vientre. Tenía la cara chupada.
—Según los gráficos —dijo Sara—, según los gráficos, aún no has alcanzado el tamaño ideal.
—Pero oye —le dije—, mido uno ochenta, ¿cuál es el peso ideal?
Y entonces Sara me contestó en un tono muy extraño:
—Yo no dije «peso ideal», dije «tamaño ideal». Estamos en la Nueva Era, la Era Atómica, la Era Espacial, y, sobre todo, la Era de la Superpoblación. Yo soy la Salvadora del Mundo. Tengo la solución a la Explosión Demográfica. Que otros se ocupen de la Contaminación. Lo básico es resolver el problema de la superpoblación; eso resolverá la Contaminación y muchas cosas más.
—¿Pero de qué demonios hablas? —pregunté, abriendo una botella de cerveza.
—No te preocupes —contestó—. Ya lo sabrás, ya.


Empecé a notar entonces, en la báscula, que aunque aún seguía perdiendo peso parecía que no adelgazaba. Era raro. Y luego me di cuenta de que las perneras de los pantalones me arrastraban... y también empezaban a sobrarme las mangas de la camisa. Al coger el coche para ir al trabajo me di cuenta de que el volante parecía quedar más lejos. Tuve que adelantar un poco el asiento del coche.
Una noche me subí a la báscula.
Sesenta kilos.
—Oye Sara, ven.
—Sí, querido...
—Hay algo que no entiendo.
—¿Qué?
—Parece que estoy encogiendo.
—¿Encogiendo?
—Sí, encogiendo.
—¡No seas tonto! ¡Eso es increíble! ¿Cómo puede encoger un hombre? ¿Acaso crees que tu dieta te encoge los huesos? Los huesos no se disuelven! La reducción de calorías sólo reduce la grasa. ¡No seas imbécil! ¿Encogiendo? ¡Imposible!
Luego se echó a reír.
—De acuerdo —dije—. Ven aquí. Coge el lápiz. Voy a ponerme contra esta pared. Mi madre solía hacer esto cuando era pequeño y estaba creciendo. Ahora marca una raya ahí en la pared donde marca el lápiz colocado recto sobre mi cabeza.
—De acuerdo, tontín, de acuerdo —dijo ella.
Trazó la raya.


Al cabo de una semana pesaba cincuenta kilos. El proceso se aceleraba cada vez más. —Ven aquí, Sara.
—Sí, niño bobo.
.—Vamos, traza la raya.
Trazó la raya.
Me volví.
—Ahora mira, he perdido diez kilos y veinte centímetros en la última semana. ¡Estoy derritiéndome! Mido ya uno cincuenta y cinco. ¡Esto es la locura! ¡La locura! No aguanto más. Te he visto metiéndome las perneras de los pantalones y las mangas de las camisas a escondidas. No te saldrás con la tuya. Voy a empezar a comer otra vez. ¡Creo que eres una especie de bruja!
—Niño bobo...


Fue poco después cuando el jefe me llamó a la oficina.
Me subí en la silla que había frente a su mesa.
—¿Henry Markson Jones II?
—Sí señor, dígame.
—¿Es usted Henry Markson Jones II?
—Claro señor.
—Bien, Jones, hemos estado observándole cuidadosamente. Me temo que ya no sirve usted para este trabajo. Nos fastidia muchísimo tener que hacer esto... quiero decir, nos fastidia que esto acabe así, pero...
—Oiga, señor, yo siempre cumplo lo mejor que puedo.
—Le conocemos, Jones, le conocemos muy bien, pero ya no está usted en condiciones de hacer un trabajo de hombre.
Me echó. Por supuesto, yo sabía que me quedaba la paga del desempleo. Pero me pareció una mezquindad por su parte echarme así...


Me quedé en casa con Sara. Con lo cual, las cosas empeoraron: ella me alimentaba. Llegó un momento en que ya no podía abrir la puerta del refrigerador. Y luego me puso una cadenita de plata.
Pronto llegué a medir sesenta centímetros. Tenía que cagar en una bacinilla. Pero aún me daba mi cerveza, según lo prometido.
—Ay, mi muñequito —decía—. ¡Eres tan chiquitín y tan mono!
Hasta nuestra vida amorosa cesó. Todo se había achicado proporcionalmente. La montaba, pero al cabo de un rato me sacaba de allí y se echaba a reír.
—¡Bueno, ya lo intentaste, patito mío!
—¡No soy un pato, soy un hombre!
—¡Oh mi hombrecín, mi pequeño hombrecito!
Y me cogía y me besaba con sus labios rojos...


Sara me redujo a quince centímetros. Me llevaba a la tienda en el bolso. Yo podía mirar a la gente por los agujeritos de ventilación que ella había abierto en el bolso. Ahora bien, he de decir algo en su favor: aún me permitía beber cerveza. La bebía con un dedal. Un cuarto me duraba un mes. En los viejos tiempos, desaparecía en unos cuarenta y cinco minutos. Estaba resignado. Sabía que si quisiera me haría desaparecer del todo. Mejor quince centímetros que nada. Hasta una vida pequeña se estima mucho cuando está cerca el final de la vida. Así que entretenía a Sara. Qué otra cosa podía hacer. Ella me hacía ropita y zapatitos y me colocaba sobre la radio y ponía música y decía:
—¡Baila, pequeñín! ¡Baila, tontín mío, baila! ¡Baila, baila!
En fin, yo ya no podía siquiera recoger mi paga del desempleo, así que bailaba encima de la radio mientras ella batía palmas y reía.
Las arañas me aterraban y las moscas parecían águilas gigantes, y si me hubiese atrapado un gato me habría torturado como a un ratoncito. Pero aún seguía gustándome la vida. Bailaba, cantaba, bebía. Por muy pequeño que sea un hombre, siempre descubrirá que puede serlo más. Cuando me cagaba en la alfombra, Sara me daba una zurra. Colocaba trocitos de papel por el suelo y yo cagaba en ellos. Y cortaba pedacitos de aquel papel para limpiarme el culo. Raspaba como lija. Me salieron almorranas. De noche no podía dormir. Tenía una gran sensación de inferioridad, me sentía atrapado. ¿Paranoia? Lo cierto es que cuando cantaba y bailaba y Sara me dejaba tomar cerveza me sentía bien. Por alguna razón, me mantenía en los quince centímetros justos. Ignoro cuál era la razón. Como casi todo lo demás, quedaba fuera de mi alcance.
Le hacía canciones a Sara y las llamaba así: Canciones para Sara:

sí, no soy más que un mosquito,
no hay problema mientras no me pongo caliente,
entonces no tengo dónde meterla,
salvo en una maldita cabeza de alfiler.

Sara aplaudía y se reía.

si quieres ser almirante de la marina de la reina
no tienes más que hacerte del servicio secreto,
conseguir quince centímetros de altura
y cuando la reina vaya a mear
atisbar en su chorreante coñito...

Y Sara batía palmas y se reía. En fin, así eran las cosas. No podían ser de otro modo...


Pero una noche pasó algo muy desagradable. Estaba yo cantando y bailando y Sara en la cama, desnuda, batiendo palmas, bebiendo vino y riéndose. Era una excelente representación. Una de mis mejores representaciones. Pero, como siempre, la radio se calentó y empezó a quemarme los pies. Y llegó un momento en que no pude soportarlo.
—Por favor, querida —dije—, no puedo más. Bájame de aquí. Dame un poco de cerveza. Vino no. No sé como puedes beber ese vino tan malo. Dame un dedal de esa estupenda cerveza.
—Claro, queridito —dijo ella—. Lo has hecho muy bien esta noche. Si Manny y Lincoln lo hubiesen hecho tan bien como tú, estarían aquí ahora. Pero ellos no cantaban ni bailaban, no hacían más que llorar y cavilar. Y, peor aún, no querían aceptar el Acto Final.
—¿Y cuál es el Acto Final? —pregunté.
—Vamos, queridín, bébete la cerveza y descansa. Quiero que disfrutes mucho en el Acto Final. Eres mucho más listo que Manny y Lincoln, no hay duda. Creo que podremos conseguir la Culminación de los Opuestos.
—Sí, claro, cómo no —dije, bebiendo mi cerveza—. Llénalo otra vez. ¿Y qué es exactamente la Culminación de los Opuestos?
—Saborea la cerveza, monín, pronto lo sabrás.
Terminé mi cerveza y luego pasó aquella cosa repugnante, algo verdaderamente muy repugnante. Sara me cogió con dos dedos y me colocó allí, entre sus piernas; las tenía abiertas, pero sólo un poquito. Y me vi ante un bosque de pelos. Me puse rígido, presintiendo lo que se aproximaba. Quedé embutido en oscuridad y hedor. Oí gemir a Sara. Luego Sara empezó a moverme despacio, muy despacio, hacia adelante y hacia atrás. Como dije, la peste era insoportable, y apenas podía respirar, pero en realidad había aire allí dentro... había varias bolsitas y capas de oxígeno. De vez en cuando, mi cabeza, la parte superior de mi cabeza, pegaba en El Hombre de la Barca y entonces Sara lanzaba un gemido superiluminado.
Y empezó a moverme más deprisa, más deprisa, cada vez más y empezó a arderme la piel, y me resultaba más difícil respirar; el hedor aumentaba. Oía sus jadeos. Pensé que cuanto antes acabase la cosa menos sufriría. Cada vez que me echaba hacia adelante arqueaba la espalda y el cuello, arremetía con todo mi cuerpo contra aquel gancho curvo, zarandeaba todo lo posible al Hombre de la Barca.
De pronto, me vi fuera de aquel terrible túnel. Sara me alzó hasta su cara.
—¡Vamos, condenado! ¡Vamos! —exigió.
Estaba totalmente borracha de vino y pasión. Me sentí embutido otra vez en el túnel. Me zarandeaba muy deprisa arriba y abajo. Y luego, de pronto, sorbí aire para aumentar de tamaño y luego concentré saliva en la boca y la escupí... una, dos veces, tres, cuatro, cinco, seis veces, luego paré... El hedor resultaba ya increíble, pero al fin me vi otra vez levantado en el aire.
Sara me acercó a la lámpara de la mesita y empezó a besarme por la cabeza y por los hombros.
—¡Oh querido mío! ¡Oh mi linda pollita! ¡Te amo! —me dijo.
Y me besó con aquellos horribles labios rojos y pintados. Vomité. Luego, agotada de aquel arrebato de vino y pasión, me colocó entre sus pechos. Descansé allí, oyendo los latidos de su corazón. Me había quitado la maldita correa, la cadena de plata, pero daba igual. No era más libre. Uno de sus gigantescos pechos había caído hacia un lado y parecía como si yo estuviese tumbado justo encima de su corazón: el corazón de la bruja. Si yo era la solución a la Explosión Demográfica, ¿por qué no me había utilizado ella como algo más que un objeto de diversión, un juguetito sexual? Me estiré allí, escuchando aquel corazón. Decidí que no había duda, que ella era una bruja. Y entonces alcé los ojos. ¿Sabéis lo que vi? Algo sorprendente. Arriba, en la pequeña hendidura que había debajo de la cabecera de la cama. Un alfiler de sombrero. Sí, un alfiler de sombrero, largo, con uno de esos chismes redondos de cristal púrpura al extremo. Subí entre sus pechos, escalé su cuello, llegué a su barbilla (no sin problemas), luego caminé quedamente a través de sus labios, y entonces ella se movió un poco y estuve a punto de caer y tuve que agarrarme a una de las ventanas de la nariz. Muy lentamente llegué hasta el ojo derecho (tenía la cabeza ligeramente inclinada hacia la izquierda) y luego conseguí subir hasta la frente, pasé la sien, y alcancé el pelo... me resultó muy difícil cruzarlo. Luego, me coloqué en posición segura y estiré el brazo... estiré y estiré hasta conseguir agarrar el alfiler. La bajada fue más rápida, pero más peligrosa. Varias veces estuve a punto de perder el equilibrio con aquel alfiler. Una caída hubiese sido fatal. Varias veces se me escapó la risa: era todo tan ridículo. El resultado de una fiesta para los chicos del almacén, Feliz Navidad.
Por fin llegué de nuevo a aquel pecho inmenso. Posé el alfiler y escuché otra vez. Procuré localizar el punto exacto de donde brotaba el rumor del corazón. Decidí que era un punto situado exactamente debajo de una pequeña mancha marrón, una marca de nacimiento. Entonces, me incorporé. Cogí el alfiler con su cabeza de cristal color púrpura, tan bella a la luz de la lámpara, y pensé, ¿resultará? Yo medía quince centímetros y calculé que el alfiler mediría unos veintidós. El corazón parecía estar a menos de veintidós centímetros.
Alcé el alfiler y lo clavé. Justo debajo de la mancha marrón.
Sara se agitó. Sostuve el alfiler. Estuvo a punto de tirarme al suelo... lo cual en relación a mi tamaño hubiese sido una altura de trescientos metros o más. Me habría matado. Seguía sujetando con firmeza el alfiler. De sus labios brotó un extraño sonido.
Luego toda ella pareció estremecerse como si sintiese escalofríos.
Me incorporé y le hundí los siete centímetros de alfiler que quedaban en el pecho hasta que la hermosa cabeza de cristal púrpura chocó con la piel.
Entonces quedó inmóvil. Escuché.
Oí el corazón, uno, dos, uno dos, uno dos, uno dos, uno...
Se paró.
Y entonces, con mis manitas asesinas, me agarré a la sábana y me descolgué hasta el suelo. Medía quince centímetros y era un ser real y aterrado y hambriento. Encontré un agujero en una de las ventanas del dormitorio que daba al Este, me agarré a la rama de un matorral, y descendí por ella al interior de éste. Sólo yo sabía que Sara estaba muerta, pero desde un punto de vista realista no significaba ninguna ventaja. Si quería sobrevivir, tenía que encontrar algo que comer. De todos modos, no podía evitar preguntarme qué decidirían los tribunales sobre mi caso. ¿Era culpable? Arranqué una hoja e intenté comerla. Inútil. Era intragable. Entonces vi que la señora del patio del sur sacaba un plato de comida de gato para su gato. Salí del matorral y me dirigí al plato, vigilando posibles movimientos, animales. Jamás había comido algo tan asqueroso, pero no tenía elección. Devoré cuanto pude... peor sabía la muerte. Luego, volví al matorral y me encaramé en él.
Allí estaba yo, quince centímetros de altura, la solución a la Explosión Demográfica, colgando de un matorral con la barriga llena de comida de gato.
No quiero aburriros con demasiados detalles de mis angustias cuando me vi perseguido por gatos y perros y ratas. Percibiendo que poco a poco mi tamaño aumentaba. Viéndoles llevarse de allí el cadáver de Sara. Cómo entré luego y descubrí que era aún demasiado pequeño para abrir la puerta de la nevera.
El día que el gato estuvo a punto de cazarme cuando le comía su almuerzo. Tuve que escapar.
Ya medía entonces entre veinte y veinticinco centímetros. Iba creciendo. Ya asustaba a las palomas. Cuando asustas a las palomas puedes estar seguro de que vas consiguiéndolo. Un día sencillamente corrí calle abajo, escondiéndome en las sombras de los edificios y debajo de los setos y así. Y corriendo y escondiéndome llegué al fin a la entrada de un supermercado y me metí debajo de un puesto de periódicos que hay junto a la entrada. Entonces vi que entraba una mujer muy grande y que se abría la puerta eléctrica y me colé detrás. Una de las dependientas que estaba en una caja registradora alzó los ojos cuando yo me colaba detrás de la mujer.
—¿Oiga, qué demonios es eso?
—¿Qué —preguntó una cliente.
—Me pareció ver algo —dijo la dependienta—, pero quizá no. Supongo que no.
Conseguí llegar al almacén sin que me vieran. Me escondí detrás de unas cajas de legumbres cocidas. Esa noche salí y me di un buen banquete. Ensalada de patatas, pepinos, jamón con arroz, y cerveza, mucha cerveza. Y seguí así, con la misma rutina. Me escondía en el almacén y de noche salía y hacía una fiesta. Pero estaba creciendo y cada vez me era más difícil esconderme. Me dediqué a observar al encargado que metía el dinero todas las noches en la caja fuerte. Era el último en irse. Conté las pausas mientras sacaba el dinero cada noche. Parecía ser: siete a la derecha, seis a la izquierda, cuatro a la derecha, seis a la izquierda, tres a la derecha: abierta. Todas las noches me acercaba a la caja fuerte y probaba. Tuve que hacer una especie de escalera con cajas vacías para llegar al disco. No había modo de abrir, pero seguí intentándolo. Todas las noches. Entretanto, mi crecimiento se aceleraba. Quizá midiese ya noventa centímetros. Había una pequeña sección de ropa y tenía que utilizar tallas cada vez mayores. El problema demográfico volvía. Al fin una noche se abrió la caja. Había veintitrés mil dólares en metálico. Tenía que llevármelos de noche, antes de que abrieran los bancos. Cogí la llave que utilizaba el encargado para salir sin que se disparase la señal de alarma. Luego enfilé calle abajo y alquilé una habitación por una semana en el Motel Sunset. Le dije a la encargada que trabajaba de enano en las películas. Sólo pareció aburrirla.
—Nada de televisión ni de ruidos a partir de las diez. Es nuestra norma.
Cogió el dinero, me dio un recibo y cerró la puerta.
La llave decía habitación 103. Ni siquiera vi la habitación. Las puertas decían noventa y ocho, noventa y nueve, cien, 101, y yo caminaba rumbo al norte, hacia las colinas de Hollywood, hacia las montañas que había tras ellas, la gran luz dorada del Señor brillaba sobre mí, crecía.

20120924

Aunque haya sido recientemente visionado, me parece de los más adecuado este vídeo para celebrar la reapertura de este nuestro puto blog de simios!!Ya que me da ganas de correrme en los fucking pants!!
 
http://www.youtube.com/watch?v=VLnWf1sQkjY

Os quiero, mis queridos drugos!!

http://www.youtube.com/watch?v=gspExUy4u7A

 


20120923

Hace tiempo que se me pasaba por la cabeza escribir algo en el blog. Éste blog que se abrió como un experimento y empezó con fuerza y finalmente, se ha venido a menos.

Recordándo con nostalgia y pensando si nos lo habrían cerrado por falta de tráfico, ayer sábado, se recordó y por eso estoy ahora sentado frente al ordenador escribiendo, lo que espero no sea, el epitafio.

Habida cuenta que empezamos otro experimento parecido, por otra vía (feisbuk), intentaré relanzar el blog con los vídeos extremos.

Así que, chavales, a ponerse las pilas. Y para abrir boca: (os reto a ver TODO el vídeo)

http://www.youtube.com/watch?v=YjVKYzy4ek8&feature=g-vrec

20101213

19ºPremio Doy-Ostia: SCHOOL FOR THE EAR (ESCUELA PARA EL OÍDO)- Daniel Barenboim. Salzbourg, 2007

Los programas aquí presentados fueron registrados en el Festival de Salzburgo 2007, durante una residencia en la que la West-Eastern Divan Orchestra creada por Daniel Barenboim fue invitada a desempeñar un papel importante. La orquesta, además de actuar en el Festspielhaus, fue el eje de numerosos simposios, debates y talleres con laParticipación de la audiencia.

En el primer día del taller, que fue titulado "Sonido y Pensamiento" Daniel Barenboim demuestra, con la ayuda de toda la orquesta las propiedades físicas del sonido. Luego el público tiene la oportunidad de participar haciendo preguntas y dialogando con el director.
En la segunda parte llamada "Escuchar y Oír" se aborda la forma en que escuchamos y percibimos el sonido y cómo y cuándo el sonido se se convierte en música.
DAY ONE





El dia 2 fue dedicado a la direccion orquestal. Pierre Boulez es invitado por Baremboin a dirigir el ensayo de una composición propia y de esa forma a través del diálogo directo con un compositor de la categoría de Boulez poner a los músicos y al la audiencia en contacto que lo que es "inventar" la música.
Boulez junto con la orquesta explica al público asistente paso a paso como se realiza este trabajo y también recibe preguntas de los músicos de la orquesta. En la parte final se realiza un imperdible debate musical entre Barenboim y Boulez.
DAY TWO





El tercer día el taller fue llamado "Sonido y Estructura".
DAY THREE




20101127

CINE 1: STOP MOTION

El stop motion, parada de imagen, paso de manivela o cuadro por cuadro es una técnica de animación que consiste en aparentar el movimiento de objetos estáticos por medio de una serie de imágenes fijas sucesivas. En general se denomina animaciones de stop motion a las que no entran en la categoría de dibujo animado, en la animación por ordenadores, que no fueron dibujadas ni pintadas, sino que fueron creadas tomando imágenes de la realidad.

Hay dos grandes grupos de animaciones stop motion: la animación con plastilina o cualquier otro material maleable, llamada en inglés claymation, y las animaciones utilizando objetos rígidos.

BLU, Blu, 2008.


A WOLF LOVES PORK, Takeuchi Taijin, 2009.

A la sombra de esta obra, han surgido interesantes producciones como ésta.

HER MORNING ELEGANCE, Oren Lavie, 2009.

Cómo se hizo "Her moning elegance", aquí

WALLACE AND GROMIT,

20101117

18º PREMIO DOY-OSTIA: "The Music Animation Machine" - de Stephen Malinowski.

Relativa lectura de música accesible para analfabetos. Un concepto músical visual revolucionario.

In the 1970s, composer, inventor and software engineer Stephen Malinowski envisioned an easier, more visual way of reading music scores. A friend of his suggested he animate the bar-graph scroll and another proposed doing it with a computer. In 1985, Malinowski created the first version of the Music Animation Machine and, a quarter century later, it remains a treasure trove of mesmerizing music visualizations.

VIDEOS DE Stephen Malinowski: CONCEPTO, VISUALIZACIÓN E INTERPRETACIÓN AL TECLADO (Cuando posible, y salvo indicación pertinente al final de cada video). www.musanim.com

- De Johann Pachelbel, Canon in D (donde se ve la correspondencia en partitura musical, y se relaciona la idea del Canon del Ave Lira, de la entrada CLCNLB anterior).



- De Wolfgang Amadeus Mozart (y en este caso, por pura satisfacción personal, tras haber sido espectador en vivo -y lleno de emociones encontradas- en el teatro Mariinski de San Petersburgo el mes pasado), "Las bodas de Fígaro, Obertura". *Gracias a Alazne Gabilondo por acompañar y compartir.


- De Johan Sebastian Bach, "Aire" en G, para orquesta de cuerda
(También con la partitura).


- De Ludvig Van Beethoven, "Para Elisa", Piano solo. Bagatelle in A minor WoO59. (Donde además de la visualización y la correspondencia en partitura, vemos las manos de S. Malinowski tocando la pieza).

- También de Beethoven, "5a Sinfonia, primer mov. Allegro con brío" (No os perdais esta visualización!).


- De Wolfgang Amadeus Mozart, "Sinfonía nº40 en G Minor", (primer mov.).

- También de Mozart, "Eine Kleine Nachtmusik" (Serenade nº13 in G major, primer mov., Allegro. K525).


- También De Johann Sebastian Bach, "Tocata y fuga en D Minor".

- También de Bach -y muy sencillita; se ve muy clara- , "Well-Tempered Clavier, Libro 1, BWV 865, Prelude 20 in A minor".

- De Claude Debussi, "Sonata Claro de Luna".


- De Frédéric Chopin, "Etude" (Solo de piano, Op.10 #10).


- También de Ludwig Van Beethoven, "La gran fuga" (Cuarteto de cuerda. Op. 133).

(No os perdais los comentarios sobre esta pieza, a lo largo del video).

*S.M. probó otras formas de representación visual de la música. Personalmente, me parecen hermosos planteamientos lúdicos y visualmente estimulantes, pero fallidos en cuanto a la capacidad de representación de la música en sí. Desde mi posición de público lego, las consiero menos claras, menos ricas en matices y fidelidad a las partituras originales.

- Aquí tenéis una muestra de ello: De nuevo Frédéric Chopin, "Nocturne", Op.27 #2, Piano solo.


- Aquí se ve cierta evolución en la visualización original, preludio de que vendrá. De Antonio Vivaldi, "Invierno, Las cuatro estaciones", (Allegro).


- Y aquí, de Claude Debussy, "Arabesque #1, Piano solo".


- Y para cerrar esta entrada, y volviendo al formato inicial de The Music Animation Machine, De Georg Friedrich Hendel, "Hallelujah" Coro de El Mesías. (Donde se intenta una visualización de la coral, además de la orquestación)


- Hay más videos por ahí, pero total, no creo que apenas nadie llegue a escuchar ni leer hasta aquí... Si llegáis a leer esto, por favor, dejadme algún comentario! Gracias!

20101116

AVE LIRA que delira! - *****Delirante!

* Sugiero que primero escuchéis el video tal cual es, activando Play en sólo una de las cuatro ventanas... Merece la pena. Y luego, sí, a crear!



-Para acompañar adecuadamente al Ave Lira en su canto, y en honor a su forma musical, os planteo que montéis vuestro propio Canon avícola a cuatro voces... (Con que sólo activéis Play en las cuatro ventanas, ya tendréis una delirante composición que maravillaría a la mismísima Ave Lira).

- O a ver si conseguís sincronizar las 4 para que suenen al unísono... Tiene gracia también dejar un mínimo retardo, y que haga efecto "palacio de deportes con megafonía bananera"... Las posibilidades son casi infinitassss!

-Increíble el Ave Lira que delira, no? También habría que considerarla Criatura del Señor...?

- Y también es gracioso, y digno de mención, que a lo largo del reportaje, más de una vez dudamos de si está de coña o no... Pero claro, a ese narrador le creeríamos lo que le diese la gana contarnossss...!

- LARGA VIDA AL AVE LIRA! LARGA VIDA A LA BIODIVERSIDAD ANIMAL!

20101114

LMP, AUTORRETRATOS. Un talento emergente! (Self portrait photography)

Como sabemos, la fotografía es la ciencia y el arte de obtener imágenes duraderas por la acción de la luz. Es el proceso de capturar imágenes y fijarlas en un medio material sensible a la luz. Basándose en el principio de la cámara oscura, se proyecta una imagen captada por un pequeño agujero sobre una superficie, de tal forma que el tamaño de la imagen queda reducida y aumentada su nitidez. Con ayuda de la ciencia óptica, la capacidad de representación de esa realidad en una imagen bidimensional llegó al punto de considerarse referencia veraz y "objetiva".



Para conservar esta imagen, las cámaras fotográficas utilizaban hasta hace pocos años una película sensible, que hoy en día ha sido sustituída -mayoritariante- por sensores CCD y CMOS, y memorias digitales de almacenamiento informático.















El término fotografía procede del griego φως phos ("luz"), y γραφίς grafis ("diseñar", "escribir") que, en conjunto, significa "diseñar/escribir/grabar con la luz".

El desarrollo de la tecnología ha propiciado el uso masivo de la cámara, dando a veces lugar a trabajos tan interesantes como esta serie de autorretratos en los que el proceso creativo es explosivo, y el resultado comunica toda la fuerza, la inocencia, y el grito de necesidad de búsqueda a través de la imagen.


El autorretrato es uno de los ejercicios de análisis más profundos que puede hacer un artista. Implica escrutarse el rostro y conocerse hasta tal punto que la expresión que tenga en ese momento se traduzca en la imagen obtenidaEsta serie es una entre un millón, de acuerdo; todos pasamos hoy en día por procesos de análisis a través del autorretrato. Los móviles tienen cámaras, y mirarnos a nosotros mismos es natural. Pero lograr plasmar de esta forma un momento, una mirada, una verdad de presencia, es algo digno de mención.



Talento en bruto, y sin pretensiones. Eureka al primer intento.
Y ahora sí, ¿Qué pasaría si la autora de estas imágenes (de sólo catorce años) se tomara "en serio" su capacidad creativa? ¿Qué proyectos podría estar desarrollando en poco tiempo? ¿O tú mismo, o cualquiera de nosotros?




Hablando hoy mismo con ella, me contaba lo que tenía que estudiar como tarea del cole. Fuerza de voluntad y memoria es lo que más se sigue reforzando en la escuela. ¿Puede ser que esta chica no sepa que tiene talento? ¿Que nadie lo refuerce, lo riegue, lo aliente? Y volvemos a Sir Ken Robinson...

20101110

AMOR Y PAREJA 1: ENLIGHTMENT & TRUE HAPPINESS IN LOVE

By PAUL KAIHLA — Kim Eng conducted a Q&A with her spiritually-famous lover about the lessons of their relationship. The dialogue is startling for its courage and clarity and offers a rare insight into their private world.


During my travels, one of the most frequently asked questions is, "What is it like to be in relationship with an enlightened being?"

Why this question? Perhaps they have the idea or image of an ideal relationship, and want to know more about it. Perhaps their mind wants to project itself to a future time when they, too, will be in an ideal relationship and find themselves through it.


As long as I have the idea in my head , "I have a relationship," or "I am in a relationship," no matter with whom, I suffer. This I have learned.

With the concept of "relationship" come expectations, memories of past relationships, and further personally and culturally conditioned mental concepts of what a "relationship" should be like. Then I would try to make reality conform to these concepts. And it never does. And again I suffer.


The fact of the matter is: there are no relationships. There is only the present moment, and in the moment there is only relating. How we relate, or rather how well we love, depends on how empty we are of ideas, concepts, expectations.





Recently, I asked Eckhart to say a few words on the ego's search for "love relationships." Our conversation quickly went deeper to touch upon some of the most profound aspects of human existence. Here's what he said:



Eckhart Tolle: What is conventionally called "love" is an ego strategy to avoid surrender. You are looking to someone to give you that which can only come to you in the state of surrender. The ego uses that person as a substitute to avoid having to surrender. The Spanish language is the most honest in this respect. It uses the same verb, te quiero, for "I love you" and "I want you." To the ego, loving and wanting are the same, whereas true love has no wanting in it, no desire to possess or for your partner to change.

The ego singles someone out and makes them special. It uses that person to cover up the constant underlying feeling of discontent, of "not enough," of anger and hate, which are closely related. These are facets of an underlying deep seated feeling in human beings that is inseparable from the egoic state.

When the ego singles something out and says, "I love," this or that, it's an unconscious attempt to cover up or remove the deep-seated feelings that always accompany the ego: the discontent, the unhappiness, the sense of insufficiency that is so familiar. For a little while, the illusion actually works. Then inevitably, at some point, the person you singled out, or made special in your eyes, fails to function as a cover up for your pain, hate, discontent or unhappiness which all have their origin in that sense of insufficiency and incompleteness.

Then, out comes the feeling that was covered up, and it gets projected onto the person that had been singled out and made special, who you thought would ultimately "save you." Suddenly love turns to hate. The ego doesn't realize that the hatred is a projection of the universal pain that you feel inside. The ego believes that this person is causing the pain. It doesn't realize that the pain is the universal feeling of not being connected with the deeper level of your being - not being at one with yourself.

The object of love is interchangeable, as interchangeable as the object of egoic wanting. Some people go through many relationships. They fall in love and out of love many times. They love a person for a while until it doesn't work anymore, because no person can permanently cover up that pain.

Only surrender can give you what you were looking for in the object of your love. The ego says surrender is not necessary because I love this person. It's an unconscious process of course. The moment you accept completely what is, something inside you emerges that had been covered up by egoic wanting. It is an innate, indwelling peace, stillness, aliveness. It is the unconditioned, who you are in your essence. It is what you had been looking for in the love object. It is yourself. When that happens, a completely different kind of love is present which is not subject to love / hate.


It doesn't single out one thing or person as special. It's absurd to even use the same word for it. Now it can happen that even in a normal love / hate relationship, occasionally, you enter the state of surrender. Temporarily, briefly, it happens: you experience a deeper universal love and a complete acceptance that can sometimes shine through, even in an otherwise egoic relationship. If surrender is not sustained, however, it gets covered up again with the old egoic patterns. So, I'm not saying that the deeper, true love cannot be present occasionally, even in a normal love / hate relationship. But it is rare and usually short-lived.

Whenever you accept what is, something deeper emerges then what is. So, you can be trapped in the most painful dilemma, external or internal, the most painful feelings or situation, and the moment you accept what is, you go beyond it, you transcend it. Even if you feel hatred, the moment you accept that this is what you feel, you transcend it. It may still be there, but suddenly you are at a deeper place where it doesn't matter that much anymore.

The entire phenomenal universe exists because of the tension between the opposites. Hot and cold, growth and decay, gain and loss, success and failure, the polarities that are part of existence, and of course part of every relationship.

KE: Then it's correct to say, we can never get rid of the polarities?

ET: We cannot get rid of polarities on the level of form. However, you can transcend the polarities through surrender. You are then in touch with a deeper place within yourself where, as it were, the polarities no longer exist. They continue to exist on the outer level. However, even there, something changes in the way in which the polarities manifest in your life when you are in a state of acceptance or surrender. The polarities manifest in a more benign and gentle way.

The more unconscious you are, the more you are identified with form. The essence of unconsciousness is this: identification with form, whether it is an external form (a situation, place, event or experience), a thought form or an emotion. The more attached to form, the more unsurrendered you are, and the more extreme, violent or harsh your experience of the polarities becomes.

There are people on this planet who live virtually in hell and on the same planet there are others who live a relatively peaceful life. The ones who are at peace inside will still experience the polarities, but in a much more benign way, not the extreme way in which many humans still experience them. So, the way in which the polarities are experienced does change. The polarities themselves cannot be removed, but one could say, the whole universe becomes somewhat more benevolent. It's no longer so threatening. The world is no longer perceived as hostile, which is how the ego perceives it.

KE: If awakening or living a life in an awakened state does not change the natural order of things, duality, the tension between the opposites, what does living a life in the awakened state do? Does it affect the world, or only one's subjective experience of the world?

ET: When you live in surrender, something comes through you into the world of duality that is not of this world.

KE: Does that actually change the outer world?

ET: Internal and external are ultimately one. When you no longer perceive the world as hostile, there is no more fear, and when there is no more fear, you think, speak and act differently. Love and compassion arise, and they affect the world. Even if you find yourself in a conflict situation, there is an outflow of peace into the polarities. So then, something does change. There are some teachers or teachings that say, nothing changes. That is not the case. Something very important does change. That which is beyond form shines through the form, the eternal shines through the form into this world of form.

KE: Is it right to say that it is your lack of "reaction against," your acceptance of the opposites of this world, that brings about changes in the way the opposites manifest?

ET: Yes. The opposites continue to happen, but they are not fueled by you anymore. What you said is a very important point: the "lack of reaction" means that the polarities are not fueled. This means, you often experience a collapse of the polarities, such as in conflict situations. No person, no situation is made into an "enemy."


KE: So, the opposites, instead of becoming strengthened, become weakened. And perhaps this is how they begin to dissolve.


ET: That's right. Living in that way is the beginning of the end of the world.


© KIM ENG, 2004



*Eckhart Tolle es PREMIO DOY-OSTIA 2 de noviembre 2010.

How to make love work: Ban the word “relationship”

By PAUL KAIHLA — Eng conducted a Q&A with her spiritually-famous lover about the lessons of their relationship. The dialogue is startling for its courage and clarity and offers a rare insight into their private world.

During my travels, one of the most frequently asked questions is, "What is it like to be in relationship with an enlightened being?"

Why this question? Perhaps they have the idea or image of an ideal relationship, and want to know more about it. Perhaps their mind wants to project itself to a future time when they, too, will be in an ideal relationship and find themselves through it.

What is it like to be in relationship with an enlightened being?

As long as I have the idea in my head , "I have a relationship," or "I am in a relationship," no matter with whom, I suffer. This I have learned.

With the concept of "relationship" come expectations, memories of past relationships, and further personally and culturally conditioned mental concepts of what a "relationship" should be like. Then I would try to make reality conform to these concepts. And it never does. And again I suffer.

The fact of the matter is: there are no relationships. There is only the present moment, and in the moment there is only relating.

How we relate, or rather how well we love, depends on how empty we are of ideas, concepts, expectations.



Recently, I asked Eckhart to say a few words on the ego's search for "love relationships." Our conversation quickly went deeper to touch upon some of the most profound aspects of human existence. Here's what he said:

Eckhart Tolle: What is conventionally called "love" is an ego strategy to avoid surrender. You are looking to someone to give you that which can only come to you in the state of surrender. The ego uses that person as a substitute to avoid having to surrender. The Spanish language is the most honest in this respect. It uses the same verb, te quiero, for "I love you" and "I want you." To the ego, loving and wanting are the same, whereas true love has no wanting in it, no desire to possess or for your partner to change.

The ego singles someone out and makes them special. It uses that person to cover up the constant underlying feeling of discontent, of "not enough," of anger and hate, which are closely related. These are facets of an underlying deep seated feeling in human beings that is inseparable from the egoic state.

When the ego singles something out and says, "I love," this or that, it's an unconscious attempt to cover up or remove the deep-seated feelings that always accompany the ego: the discontent, the unhappiness, the sense of insufficiency that is so familiar. For a little while, the illusion actually works. Then inevitably, at some point, the person you singled out, or made special in your eyes, fails to function as a cover up for your pain, hate, discontent or unhappiness which all have their origin in that sense of insufficiency and incompleteness.

Then, out comes the feeling that was covered up, and it gets projected onto the person that had been singled out and made special, who you thought would ultimately "save you." Suddenly love turns to hate. The ego doesn't realize that the hatred is a projection of the universal pain that you feel inside. The ego believes that this person is causing the pain. It doesn't realize that the pain is the universal feeling of not being connected with the deeper level of your being - not being at one with yourself.

The object of love is interchangeable, as interchangeable as the object of egoic wanting. Some people go through many relationships. They fall in love and out of love many times. They love a person for a while until it doesn't work anymore, because no person can permanently cover up that pain.

Only surrender can give you what you were looking for in the object of your love. The ego says surrender is not necessary because I love this person. It's an unconscious process of course. The moment you accept completely what is, something inside you emerges that had been covered up by egoic wanting. It is an innate, indwelling peace, stillness, aliveness. It is the unconditioned, who you are in your essence. It is what you had been looking for in the love object. It is yourself. When that happens, a completely different kind of love is present which is not subject to love / hate.

It doesn't single out one thing or person as special. It's absurd to even use the same word for it. Now it can happen that even in a normal love / hate relationship, occasionally, you enter the state of surrender. Temporarily, briefly, it happens: you experience a deeper universal love and a complete acceptance that can sometimes shine through, even in an otherwise egoic relationship. If surrender is not sustained, however, it gets covered up again with the old egoic patterns. So, I'm not saying that the deeper, true love cannot be present occasionally, even in a normal love / hate relationship. But it is rare and usually short-lived.

Whenever you accept what is, something deeper emerges then what is. So, you can be trapped in the most painful dilemma, external or internal, the most painful feelings or situation, and the moment you accept what is, you go beyond it, you transcend it. Even if you feel hatred, the moment you accept that this is what you feel, you transcend it. It may still be there, but suddenly you are at a deeper place where it doesn't matter that much anymore.

The entire phenomenal universe exists because of the tension between the opposites. Hot and cold, growth and decay, gain and loss, success and failure, the polarities that are part of existence, and of course part of every relationship.

KE: Then it's correct to say, we can never get rid of the polarities?

ET: We cannot get rid of polarities on the level of form. However, you can transcend the polarities through surrender. You are then in touch with a deeper place within yourself where, as it were, the polarities no longer exist. They continue to exist on the outer level. However, even there, something changes in the way in which the polarities manifest in your life when you are in a state of acceptance or surrender. The polarities manifest in a more benign and gentle way.

The more unconscious you are, the more you are identified with form. The essence of unconsciousness is this: identification with form, whether it is an external form (a situation, place, event or experience), a thought form or an emotion. The more attached to form, the more unsurrendered you are, and the more extreme, violent or harsh your experience of the polarities becomes.

There are people on this planet who live virtually in hell and on the same planet there are others who live a relatively peaceful life. The ones who are at peace inside will still experience the polarities, but in a much more benign way, not the extreme way in which many humans still experience them. So, the way in which the polarities are experienced does change. The polarities themselves cannot be removed, but one could say, the whole universe becomes somewhat more benevolent. It's no longer so threatening. The world is no longer perceived as hostile, which is how the ego perceives it.

KE: If awakening or living a life in an awakened state does not change the natural order of things, duality, the tension between the opposites, what does living a life in the awakened state do? Does it affect the world, or only one's subjective experience of the world?

ET: When you live in surrender, something comes through you into the world of duality that is not of this world.

KE: Does that actually change the outer world?

ET: Internal and external are ultimately one. When you no longer perceive the world as hostile, there is no more fear, and when there is no more fear, you think, speak and act differently. Love and compassion arise, and they affect the world. Even if you find yourself in a conflict situation, there is an outflow of peace into the polarities. So then, something does change. There are some teachers or teachings that say, nothing changes. That is not the case. Something very important does change. That which is beyond form shines through the form, the eternal shines through the form into this world of form.

KE: Is it right to say that it is your lack of "reaction against," your acceptance of the opposites of this world, that brings about changes in the way the opposites manifest?

ET: Yes. The opposites continue to happen, but they are not fueled by you anymore. What you said is a very important point: the "lack of reaction" means that the polarities are not fueled. This means, you often experience a collapse of the polarities, such as in conflict situations. No person, no situation is made into an "enemy."


KE: So, the opposites, instead of becoming strengthened, become weakened. And perhaps this is how they begin to dissolve.


ET: That's right. Living in that way is the beginning of the end of the world.