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Pasan los días.
El invierno intimida con su gélida mirada
a los vientos del sur.
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Las olas se agitan
buscándose en vano en el vientre
sus azules y sus brillos.
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Amaneceres sin tu luz.
La brisa trae sólo silencio gris.
Los ojos del mar son lágrimas.
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Toda energía ya esta allí,
todo calor está ya contigo,
acompañándote en silencio,
cuidándote a cada paso.
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El paisaje amanece helado,
finas sábanas blancas que lo cubren todo
en una casa despoblada.
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Los árboles inmóviles, el pecho inmóvil,
todo es quietud sin tu vibración:
la vida detenida hasta que vuelvas.
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Mi espíritu espera en un camino blanquecino
de este cuerpo inanimado y vacío.
Sobrevivo en tu corazón.
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La tierra de tu carne y tu piel,
el aire de tus olores y tu aliento,
el fuego de tu valor,
el agua de tus infinitas gotas.
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¡Quiero volver al planeta donde vivo!
Regresar para encontrarme en el hogar
de todos tus elementos.
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Abrazarse
tan estrechamente
a unos segundos en el tiempo,
al vuelo de un ave migratoria,
a aquel concreto atardecer.
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Desorientado y moribundo
de cuerpo y esperanza,
el sentido del caminar parece debilitarse a cada paso.
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Lo que antes abrigaba por dentro,
es frío negro sin su energía.
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Desear con todo el Ser,
aún sabiendo que no se te dará.
Soñarlo Todo
a 2 minutos del alba.
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¡Loco placer!
Sentirse morir y no morirse.
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Hoy el día vibra en oscuridad.
Las nubes no encuentran fuerzas para volar.
No hay sol sobre esta humedad que nos cubre.
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No hay palabras tuyas.
¿te has marchado ya?
¿o sigo soñando?
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... Me despierto agotado
de no dormir contigo.
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Ya el mar me anunciaba sacudidas.
Las olas quieren romperme el suelo antiguo
y traerme arenas puras donde apoyar mis pies.
Quieren lavarme el alma a golpes de vida.
Quieren recordarme que la sorpresa y el cambio
nos acechan,
que sólo existe el movimiento…
Que hay que llorar los miedos,
y dejar que las lágrimas se vayan con la marea.
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... Y volveré a la orilla a buscar respuestas
entre olas rotas
-tiempo y presente-
de arena y espuma
Puede que lance lejos
una botella vacía y sin tapón
para sentarme luego a esperar
con el alma empapada en frías sales
a que me devuelva el mar
mi botella y su mensaje
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La lluvia, la niebla, las olas,
recuerdos en la boca…
Se me filtran tus aguas en el alma.
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Cada noche sin ti se me apaga una estrella
al otro lado de las barras de acero.
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Prisionero esperanzado,
grabo el tiempo vació en el muro de tu ausencia.
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Huiré por tus paisajes imaginarios,
cruzaré el río de tus ojos.
Volveré a la vida
más allá de todo enrejado.
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Por que ya mi libertad vive en tu abrazo.
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Tú,
que tienes tanta experiencia,
que lo has visto todo,
y desde hace tanto;
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tú,
que separas a unos y unes a otros,
que desenmascaras todo engaño
y también toda verdad;
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tú mismo,
que derribas lo débil,
que descubres la pequeña falta,
que desgastas tejados y cimientos por igual;
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tú,
que exageras lo pequeño agazapado,
que encoges lo inmenso y expansivo,
tú, que quitas y das forma a la vez a una misma realidad;
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tú,
que eres juez y parte ecuánime,
siempre libre e irresponsable,
incapaz de desdecirte ni en una coma;
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tú, sí,
que jamás bajas la mirada ante nada ni nadie más,
que nunca mientes,
que pones frente al espejo de la plaza al engaño;
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tú,
que nunca me abandonarás mientras viva,
que me amas por lo que Soy,
respóndeme de algún modo:
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¿Qué será de ella y de mí?
Y ¿qué será de ti,
oh, Tiempo,
si no existe un Nosotros?
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Aléjate volando,
llévate mis ríos y mares al desierto.
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Márchate muy lejos si quieres,
y déjame sin tierra donde pisar,
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sin aire para mis besos,
sin luz ni azul para los ojos.
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Vete, corre, y busca,
que yo me quedo
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amándote aquí,
como una idea dormida, en ti.
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Desde el principio del tiempo,
oscuridad y vacío,
apenas hubo amor ni Verdad,
no hubo sueños ni esperanza,
no hubo Dos en el medio de la nada.
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Vuelve a quedarse la eternidad
como siempre estuvo…
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Y los días se siguen acortando,
indefensa la luz ante la tiniebla
de no tenerte a mi alcance.
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Los brazos, la boca, los deseos, se contraen,
se congelan para ti,
esperando revivir de nuevo tras la glaciación.
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El invierno espera tu calor
-sin el verano de tus pies descalzos-
para saberse a salvo de sí mismo.
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© Julián Arolas, 2009
Todos los derechos reservados.