Mostrando entradas con la etiqueta de la vida misma. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta de la vida misma. Mostrar todas las entradas

20130819


CREMITA PARA OJOS SELECTOS:

Muy bien mis drugos, ya me he decidido, ya ha quedado claro y cristalino; hay que retomar este proyecto de manera voraz y desconsolada. No por que nos apetezca, no por que sea un pozo infinito de creatividad retardada, ni siquiera por que nos partamos el proverbial ojete; si no porque nos hace falta. Necesitamos un nexo de unión. Algo que nos mantenga en continuo contacto entre las, cada vez más, lejanas ocasiones en las que nos juntamos. 
Necesitamos de nuevo un espacio donde expresarnos y decirnos chorradas día sí y día también. Y, esperando que me sigáis, arranco.
Love you putos.

Os hago entrega de un relato corto del inmortal (y futuro premio doy-ostia) Charles Bukowski. Me encontré con esta puta crema el otro día releyendo uno de sus libros de cuentos (Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones). Es curioso cómo puedes apreciar el arte en un momento de tu vida y redescubrirlo a los años de forma totalmente nueva. Lo dicho, cuento de Bukowski, cremita puta, el que quiera entender, que entienda.


                                            QUINCE CENTÍMETROS
Los primeros tres meses de mi matrimonio con Sara fueron aceptables, pero luego empezaron los problemas. Era una buena cocinera, y yo empecé a comer bien por primera vez en muchos años. Empecé a engordar. Y Sara empezó a hacer comentarios.
—Ay, Henry, pareces un pavo engordando para el Día de Acción de Gracias.
—Tienes razón, mujer, tienes razón —le decía yo.
Yo trabajaba de mozo en un almacén de piezas de automóvil y apenas si me llegaba la paga. Mis únicas alegrías eran comer, beber cerveza e irme a la cama con Sara. No era precisamente una vida majestuosa, pero uno ha de conformarse con lo que tiene. Sara era suficiente. Respiraba SEXO por todas partes. La había conocido en una fiesta de Navidad de los empleados del almacén. Trabajaba allí de secretaria. Me di cuenta de que ninguno se acercaba a ella en la fiesta y no podía entenderlo. Jamás había visto mujer tan guapa y además no parecía tonta. Sin embargo, tenía algo raro en la mirada. Te miraba fijamente como si entrara en ti y daba la impresión de no parpadear. Cuando se fue al lavabo me acerqué a Harry, al camionero.
—Oye Harry —le dije—. ¿Cómo es que nadie se acerca a Sara?
—Es que es bruja, hombre, una bruja de verdad. Ándate con ojo.
—Vamos, Harry, las brujas no existen. Está demostrado. Las mujeres aquellas que quemaban en la hoguera antiguamente, era todo un error horrible, una crueldad. Las brujas no existen.
—Bueno, puede que quemaran a muchas mujeres por error, no voy a discutírtelo. Pero esta zorra es bruja, créeme.
—Lo único que necesita, Harry, es comprensión.
—Lo único que necesita —me dijo Harry— es una víctima.
—¿Cómo lo sabes? .
—Hechos —dijo Harry—. Dos empleados de aquí. Manny, un vendedor, y Lincoln, un dependiente.
—¿Qué les pasó?
—Pues sencillamente que desaparecieron ante nuestros propios ojos, sólo que muy lentamente... podías verles irse, desvanecerse. ..
—¿Qué quieres decir?
—No quiero hablar de eso. Me tomarías por loco.
Harry se fue. Luego salió Sara del water de señoras. Estaba maravillosa.
—¿Qué te dijo Harry de mí? —me preguntó.
—¿Cómo sabes que estaba hablando con Harry?
—Lo sé —dijo ella.
—No me dijo mucho.
—Pues sea lo que sea, olvídalo. Son mentiras. Lo que pasa es que le he rechazado y está celoso. Le gusta hablar mal de la gente.
—A mí no me importa la opinión de Harry —dije yo.
—Lo nuestro puede ir bien, Henry —dijo ella.
Vino conmigo a mi apartamento después de la fiesta y te aseguro que nunca había disfrutado tanto. No había mujer como aquélla. Al cabo de un mes o así nos casamos. Ella dejó el trabajo inmediatamente, pero yo no dije nada porque estaba muy contento de tenerla. Sara se hacía su ropa, se peinaba y se cortaba el pelo ella misma. Era una mujer notable, muy notable.
Pero como ya dije, hacia los tres meses, empezó a hacer comentarios sobre mi peso. Al principio eran sólo pequeñas observaciones amables, luego empezó a burlarse de mí. Una noche llegó a casa y me dijo:
—¡Quítate esa maldita ropa!
—¿Cómo dices, querida?
—Ya me oíste, so cabrón. ¡Desvístete!
No era la Sara que yo conocía. Había algo distinto. Me quité la ropa y las prendas interiores y las eché en el sofá. Me miró fijamente.
—¡Qué horror! —dijo—. ¡Qué montón de mierda!
—¿Cómo dices, querida?
—¡Digo que pareces una gran bañera llena de mierda!
—Pero querida, qué te pasa... ¿Estás en plan de bronca esta noche?
—¡Calla! ¡Toda esa mierda colgando por todas partes!
Tenía razón. Me había salido un michelín a cada lado, justo encima de las caderas. Luego cerró los puños y me atizó fuerte varias veces en cada michelín.
—¡Tenemos que machacar esa mierda! Romper los tejidos grasos, las células...
Me atizó otra vez, varias veces.
—¡Ay! ¡Que duele, querida!
—¡Bien! ¡Ahora, pégate tú mismo!
—¿Yo mismo?
—¡Sí, venga, condenado!
Me pegué varias veces, bastante fuerte. Cuando terminé los michelines aún seguían allí, aunque estaban de un rojo subido.
—Tenemos que conseguir eliminar esa mierda —me dijo.
Yo supuse que era amor y decidí cooperar...
Sara empezó a contarme las calorías. Me quitó los fritos, el pan y las patatas, los aderezos de la ensalada, pero me dejó la cerveza. Tenía que demostrarle quién llevaba los pantalones en casa.
—No, de eso nada —dije—, la cerveza no la dejaré. ¡Te amo muchísimo, pero la cerveza no!
—Bueno, de acuerdo —dijo Sara—. Lo conseguiremos de todos modos.
—¿Qué conseguiremos?
—Quiero decir, que conseguiremos eliminar toda esa grasa, que tengas otra vez unas proporciones razonables.
-¿Y cuáles son las proporciones razonables? —pregunté.
—Ya lo verás, ya.


Todas las noches, cuando volvía a casa, me hacía la misma pregunta.
—¿Te pegaste hoy en los lomos?
—¡Si, mierda, sí!
—¿Cuántas veces?
—Cuatrocientos puñetazos de cada lado, fuerte.
Iba por la calle atizándome puñetazos. La gente me miraba, pero al poco tiempo dejó de importarme, porque sabía que estaba consiguiendo algo y ellos no...


La cosa funcionaba. Maravillosamente. Bajé de noventa kilos a setenta y ocho. Luego de setenta y ocho a setenta y cuatro. Me sentía diez años más joven. La gente me comentaba el buen aspecto que tenía. Todos menos Harry el camionero. Sólo porque estaba celoso, claro, porque no había conseguido nunca bajarle las bragas a Sara.
Una noche di en la báscula los setenta kilos.
—¿No crees que hemos bajado suficiente? —le dije a Sara—. ¡Mírame!
Los michelines habían desaparecido hacía mucho. Me colgaba el vientre. Tenía la cara chupada.
—Según los gráficos —dijo Sara—, según los gráficos, aún no has alcanzado el tamaño ideal.
—Pero oye —le dije—, mido uno ochenta, ¿cuál es el peso ideal?
Y entonces Sara me contestó en un tono muy extraño:
—Yo no dije «peso ideal», dije «tamaño ideal». Estamos en la Nueva Era, la Era Atómica, la Era Espacial, y, sobre todo, la Era de la Superpoblación. Yo soy la Salvadora del Mundo. Tengo la solución a la Explosión Demográfica. Que otros se ocupen de la Contaminación. Lo básico es resolver el problema de la superpoblación; eso resolverá la Contaminación y muchas cosas más.
—¿Pero de qué demonios hablas? —pregunté, abriendo una botella de cerveza.
—No te preocupes —contestó—. Ya lo sabrás, ya.


Empecé a notar entonces, en la báscula, que aunque aún seguía perdiendo peso parecía que no adelgazaba. Era raro. Y luego me di cuenta de que las perneras de los pantalones me arrastraban... y también empezaban a sobrarme las mangas de la camisa. Al coger el coche para ir al trabajo me di cuenta de que el volante parecía quedar más lejos. Tuve que adelantar un poco el asiento del coche.
Una noche me subí a la báscula.
Sesenta kilos.
—Oye Sara, ven.
—Sí, querido...
—Hay algo que no entiendo.
—¿Qué?
—Parece que estoy encogiendo.
—¿Encogiendo?
—Sí, encogiendo.
—¡No seas tonto! ¡Eso es increíble! ¿Cómo puede encoger un hombre? ¿Acaso crees que tu dieta te encoge los huesos? Los huesos no se disuelven! La reducción de calorías sólo reduce la grasa. ¡No seas imbécil! ¿Encogiendo? ¡Imposible!
Luego se echó a reír.
—De acuerdo —dije—. Ven aquí. Coge el lápiz. Voy a ponerme contra esta pared. Mi madre solía hacer esto cuando era pequeño y estaba creciendo. Ahora marca una raya ahí en la pared donde marca el lápiz colocado recto sobre mi cabeza.
—De acuerdo, tontín, de acuerdo —dijo ella.
Trazó la raya.


Al cabo de una semana pesaba cincuenta kilos. El proceso se aceleraba cada vez más. —Ven aquí, Sara.
—Sí, niño bobo.
.—Vamos, traza la raya.
Trazó la raya.
Me volví.
—Ahora mira, he perdido diez kilos y veinte centímetros en la última semana. ¡Estoy derritiéndome! Mido ya uno cincuenta y cinco. ¡Esto es la locura! ¡La locura! No aguanto más. Te he visto metiéndome las perneras de los pantalones y las mangas de las camisas a escondidas. No te saldrás con la tuya. Voy a empezar a comer otra vez. ¡Creo que eres una especie de bruja!
—Niño bobo...


Fue poco después cuando el jefe me llamó a la oficina.
Me subí en la silla que había frente a su mesa.
—¿Henry Markson Jones II?
—Sí señor, dígame.
—¿Es usted Henry Markson Jones II?
—Claro señor.
—Bien, Jones, hemos estado observándole cuidadosamente. Me temo que ya no sirve usted para este trabajo. Nos fastidia muchísimo tener que hacer esto... quiero decir, nos fastidia que esto acabe así, pero...
—Oiga, señor, yo siempre cumplo lo mejor que puedo.
—Le conocemos, Jones, le conocemos muy bien, pero ya no está usted en condiciones de hacer un trabajo de hombre.
Me echó. Por supuesto, yo sabía que me quedaba la paga del desempleo. Pero me pareció una mezquindad por su parte echarme así...


Me quedé en casa con Sara. Con lo cual, las cosas empeoraron: ella me alimentaba. Llegó un momento en que ya no podía abrir la puerta del refrigerador. Y luego me puso una cadenita de plata.
Pronto llegué a medir sesenta centímetros. Tenía que cagar en una bacinilla. Pero aún me daba mi cerveza, según lo prometido.
—Ay, mi muñequito —decía—. ¡Eres tan chiquitín y tan mono!
Hasta nuestra vida amorosa cesó. Todo se había achicado proporcionalmente. La montaba, pero al cabo de un rato me sacaba de allí y se echaba a reír.
—¡Bueno, ya lo intentaste, patito mío!
—¡No soy un pato, soy un hombre!
—¡Oh mi hombrecín, mi pequeño hombrecito!
Y me cogía y me besaba con sus labios rojos...


Sara me redujo a quince centímetros. Me llevaba a la tienda en el bolso. Yo podía mirar a la gente por los agujeritos de ventilación que ella había abierto en el bolso. Ahora bien, he de decir algo en su favor: aún me permitía beber cerveza. La bebía con un dedal. Un cuarto me duraba un mes. En los viejos tiempos, desaparecía en unos cuarenta y cinco minutos. Estaba resignado. Sabía que si quisiera me haría desaparecer del todo. Mejor quince centímetros que nada. Hasta una vida pequeña se estima mucho cuando está cerca el final de la vida. Así que entretenía a Sara. Qué otra cosa podía hacer. Ella me hacía ropita y zapatitos y me colocaba sobre la radio y ponía música y decía:
—¡Baila, pequeñín! ¡Baila, tontín mío, baila! ¡Baila, baila!
En fin, yo ya no podía siquiera recoger mi paga del desempleo, así que bailaba encima de la radio mientras ella batía palmas y reía.
Las arañas me aterraban y las moscas parecían águilas gigantes, y si me hubiese atrapado un gato me habría torturado como a un ratoncito. Pero aún seguía gustándome la vida. Bailaba, cantaba, bebía. Por muy pequeño que sea un hombre, siempre descubrirá que puede serlo más. Cuando me cagaba en la alfombra, Sara me daba una zurra. Colocaba trocitos de papel por el suelo y yo cagaba en ellos. Y cortaba pedacitos de aquel papel para limpiarme el culo. Raspaba como lija. Me salieron almorranas. De noche no podía dormir. Tenía una gran sensación de inferioridad, me sentía atrapado. ¿Paranoia? Lo cierto es que cuando cantaba y bailaba y Sara me dejaba tomar cerveza me sentía bien. Por alguna razón, me mantenía en los quince centímetros justos. Ignoro cuál era la razón. Como casi todo lo demás, quedaba fuera de mi alcance.
Le hacía canciones a Sara y las llamaba así: Canciones para Sara:

sí, no soy más que un mosquito,
no hay problema mientras no me pongo caliente,
entonces no tengo dónde meterla,
salvo en una maldita cabeza de alfiler.

Sara aplaudía y se reía.

si quieres ser almirante de la marina de la reina
no tienes más que hacerte del servicio secreto,
conseguir quince centímetros de altura
y cuando la reina vaya a mear
atisbar en su chorreante coñito...

Y Sara batía palmas y se reía. En fin, así eran las cosas. No podían ser de otro modo...


Pero una noche pasó algo muy desagradable. Estaba yo cantando y bailando y Sara en la cama, desnuda, batiendo palmas, bebiendo vino y riéndose. Era una excelente representación. Una de mis mejores representaciones. Pero, como siempre, la radio se calentó y empezó a quemarme los pies. Y llegó un momento en que no pude soportarlo.
—Por favor, querida —dije—, no puedo más. Bájame de aquí. Dame un poco de cerveza. Vino no. No sé como puedes beber ese vino tan malo. Dame un dedal de esa estupenda cerveza.
—Claro, queridito —dijo ella—. Lo has hecho muy bien esta noche. Si Manny y Lincoln lo hubiesen hecho tan bien como tú, estarían aquí ahora. Pero ellos no cantaban ni bailaban, no hacían más que llorar y cavilar. Y, peor aún, no querían aceptar el Acto Final.
—¿Y cuál es el Acto Final? —pregunté.
—Vamos, queridín, bébete la cerveza y descansa. Quiero que disfrutes mucho en el Acto Final. Eres mucho más listo que Manny y Lincoln, no hay duda. Creo que podremos conseguir la Culminación de los Opuestos.
—Sí, claro, cómo no —dije, bebiendo mi cerveza—. Llénalo otra vez. ¿Y qué es exactamente la Culminación de los Opuestos?
—Saborea la cerveza, monín, pronto lo sabrás.
Terminé mi cerveza y luego pasó aquella cosa repugnante, algo verdaderamente muy repugnante. Sara me cogió con dos dedos y me colocó allí, entre sus piernas; las tenía abiertas, pero sólo un poquito. Y me vi ante un bosque de pelos. Me puse rígido, presintiendo lo que se aproximaba. Quedé embutido en oscuridad y hedor. Oí gemir a Sara. Luego Sara empezó a moverme despacio, muy despacio, hacia adelante y hacia atrás. Como dije, la peste era insoportable, y apenas podía respirar, pero en realidad había aire allí dentro... había varias bolsitas y capas de oxígeno. De vez en cuando, mi cabeza, la parte superior de mi cabeza, pegaba en El Hombre de la Barca y entonces Sara lanzaba un gemido superiluminado.
Y empezó a moverme más deprisa, más deprisa, cada vez más y empezó a arderme la piel, y me resultaba más difícil respirar; el hedor aumentaba. Oía sus jadeos. Pensé que cuanto antes acabase la cosa menos sufriría. Cada vez que me echaba hacia adelante arqueaba la espalda y el cuello, arremetía con todo mi cuerpo contra aquel gancho curvo, zarandeaba todo lo posible al Hombre de la Barca.
De pronto, me vi fuera de aquel terrible túnel. Sara me alzó hasta su cara.
—¡Vamos, condenado! ¡Vamos! —exigió.
Estaba totalmente borracha de vino y pasión. Me sentí embutido otra vez en el túnel. Me zarandeaba muy deprisa arriba y abajo. Y luego, de pronto, sorbí aire para aumentar de tamaño y luego concentré saliva en la boca y la escupí... una, dos veces, tres, cuatro, cinco, seis veces, luego paré... El hedor resultaba ya increíble, pero al fin me vi otra vez levantado en el aire.
Sara me acercó a la lámpara de la mesita y empezó a besarme por la cabeza y por los hombros.
—¡Oh querido mío! ¡Oh mi linda pollita! ¡Te amo! —me dijo.
Y me besó con aquellos horribles labios rojos y pintados. Vomité. Luego, agotada de aquel arrebato de vino y pasión, me colocó entre sus pechos. Descansé allí, oyendo los latidos de su corazón. Me había quitado la maldita correa, la cadena de plata, pero daba igual. No era más libre. Uno de sus gigantescos pechos había caído hacia un lado y parecía como si yo estuviese tumbado justo encima de su corazón: el corazón de la bruja. Si yo era la solución a la Explosión Demográfica, ¿por qué no me había utilizado ella como algo más que un objeto de diversión, un juguetito sexual? Me estiré allí, escuchando aquel corazón. Decidí que no había duda, que ella era una bruja. Y entonces alcé los ojos. ¿Sabéis lo que vi? Algo sorprendente. Arriba, en la pequeña hendidura que había debajo de la cabecera de la cama. Un alfiler de sombrero. Sí, un alfiler de sombrero, largo, con uno de esos chismes redondos de cristal púrpura al extremo. Subí entre sus pechos, escalé su cuello, llegué a su barbilla (no sin problemas), luego caminé quedamente a través de sus labios, y entonces ella se movió un poco y estuve a punto de caer y tuve que agarrarme a una de las ventanas de la nariz. Muy lentamente llegué hasta el ojo derecho (tenía la cabeza ligeramente inclinada hacia la izquierda) y luego conseguí subir hasta la frente, pasé la sien, y alcancé el pelo... me resultó muy difícil cruzarlo. Luego, me coloqué en posición segura y estiré el brazo... estiré y estiré hasta conseguir agarrar el alfiler. La bajada fue más rápida, pero más peligrosa. Varias veces estuve a punto de perder el equilibrio con aquel alfiler. Una caída hubiese sido fatal. Varias veces se me escapó la risa: era todo tan ridículo. El resultado de una fiesta para los chicos del almacén, Feliz Navidad.
Por fin llegué de nuevo a aquel pecho inmenso. Posé el alfiler y escuché otra vez. Procuré localizar el punto exacto de donde brotaba el rumor del corazón. Decidí que era un punto situado exactamente debajo de una pequeña mancha marrón, una marca de nacimiento. Entonces, me incorporé. Cogí el alfiler con su cabeza de cristal color púrpura, tan bella a la luz de la lámpara, y pensé, ¿resultará? Yo medía quince centímetros y calculé que el alfiler mediría unos veintidós. El corazón parecía estar a menos de veintidós centímetros.
Alcé el alfiler y lo clavé. Justo debajo de la mancha marrón.
Sara se agitó. Sostuve el alfiler. Estuvo a punto de tirarme al suelo... lo cual en relación a mi tamaño hubiese sido una altura de trescientos metros o más. Me habría matado. Seguía sujetando con firmeza el alfiler. De sus labios brotó un extraño sonido.
Luego toda ella pareció estremecerse como si sintiese escalofríos.
Me incorporé y le hundí los siete centímetros de alfiler que quedaban en el pecho hasta que la hermosa cabeza de cristal púrpura chocó con la piel.
Entonces quedó inmóvil. Escuché.
Oí el corazón, uno, dos, uno dos, uno dos, uno dos, uno...
Se paró.
Y entonces, con mis manitas asesinas, me agarré a la sábana y me descolgué hasta el suelo. Medía quince centímetros y era un ser real y aterrado y hambriento. Encontré un agujero en una de las ventanas del dormitorio que daba al Este, me agarré a la rama de un matorral, y descendí por ella al interior de éste. Sólo yo sabía que Sara estaba muerta, pero desde un punto de vista realista no significaba ninguna ventaja. Si quería sobrevivir, tenía que encontrar algo que comer. De todos modos, no podía evitar preguntarme qué decidirían los tribunales sobre mi caso. ¿Era culpable? Arranqué una hoja e intenté comerla. Inútil. Era intragable. Entonces vi que la señora del patio del sur sacaba un plato de comida de gato para su gato. Salí del matorral y me dirigí al plato, vigilando posibles movimientos, animales. Jamás había comido algo tan asqueroso, pero no tenía elección. Devoré cuanto pude... peor sabía la muerte. Luego, volví al matorral y me encaramé en él.
Allí estaba yo, quince centímetros de altura, la solución a la Explosión Demográfica, colgando de un matorral con la barriga llena de comida de gato.
No quiero aburriros con demasiados detalles de mis angustias cuando me vi perseguido por gatos y perros y ratas. Percibiendo que poco a poco mi tamaño aumentaba. Viéndoles llevarse de allí el cadáver de Sara. Cómo entré luego y descubrí que era aún demasiado pequeño para abrir la puerta de la nevera.
El día que el gato estuvo a punto de cazarme cuando le comía su almuerzo. Tuve que escapar.
Ya medía entonces entre veinte y veinticinco centímetros. Iba creciendo. Ya asustaba a las palomas. Cuando asustas a las palomas puedes estar seguro de que vas consiguiéndolo. Un día sencillamente corrí calle abajo, escondiéndome en las sombras de los edificios y debajo de los setos y así. Y corriendo y escondiéndome llegué al fin a la entrada de un supermercado y me metí debajo de un puesto de periódicos que hay junto a la entrada. Entonces vi que entraba una mujer muy grande y que se abría la puerta eléctrica y me colé detrás. Una de las dependientas que estaba en una caja registradora alzó los ojos cuando yo me colaba detrás de la mujer.
—¿Oiga, qué demonios es eso?
—¿Qué —preguntó una cliente.
—Me pareció ver algo —dijo la dependienta—, pero quizá no. Supongo que no.
Conseguí llegar al almacén sin que me vieran. Me escondí detrás de unas cajas de legumbres cocidas. Esa noche salí y me di un buen banquete. Ensalada de patatas, pepinos, jamón con arroz, y cerveza, mucha cerveza. Y seguí así, con la misma rutina. Me escondía en el almacén y de noche salía y hacía una fiesta. Pero estaba creciendo y cada vez me era más difícil esconderme. Me dediqué a observar al encargado que metía el dinero todas las noches en la caja fuerte. Era el último en irse. Conté las pausas mientras sacaba el dinero cada noche. Parecía ser: siete a la derecha, seis a la izquierda, cuatro a la derecha, seis a la izquierda, tres a la derecha: abierta. Todas las noches me acercaba a la caja fuerte y probaba. Tuve que hacer una especie de escalera con cajas vacías para llegar al disco. No había modo de abrir, pero seguí intentándolo. Todas las noches. Entretanto, mi crecimiento se aceleraba. Quizá midiese ya noventa centímetros. Había una pequeña sección de ropa y tenía que utilizar tallas cada vez mayores. El problema demográfico volvía. Al fin una noche se abrió la caja. Había veintitrés mil dólares en metálico. Tenía que llevármelos de noche, antes de que abrieran los bancos. Cogí la llave que utilizaba el encargado para salir sin que se disparase la señal de alarma. Luego enfilé calle abajo y alquilé una habitación por una semana en el Motel Sunset. Le dije a la encargada que trabajaba de enano en las películas. Sólo pareció aburrirla.
—Nada de televisión ni de ruidos a partir de las diez. Es nuestra norma.
Cogió el dinero, me dio un recibo y cerró la puerta.
La llave decía habitación 103. Ni siquiera vi la habitación. Las puertas decían noventa y ocho, noventa y nueve, cien, 101, y yo caminaba rumbo al norte, hacia las colinas de Hollywood, hacia las montañas que había tras ellas, la gran luz dorada del Señor brillaba sobre mí, crecía.

20101114

LMP, AUTORRETRATOS. Un talento emergente! (Self portrait photography)

Como sabemos, la fotografía es la ciencia y el arte de obtener imágenes duraderas por la acción de la luz. Es el proceso de capturar imágenes y fijarlas en un medio material sensible a la luz. Basándose en el principio de la cámara oscura, se proyecta una imagen captada por un pequeño agujero sobre una superficie, de tal forma que el tamaño de la imagen queda reducida y aumentada su nitidez. Con ayuda de la ciencia óptica, la capacidad de representación de esa realidad en una imagen bidimensional llegó al punto de considerarse referencia veraz y "objetiva".



Para conservar esta imagen, las cámaras fotográficas utilizaban hasta hace pocos años una película sensible, que hoy en día ha sido sustituída -mayoritariante- por sensores CCD y CMOS, y memorias digitales de almacenamiento informático.















El término fotografía procede del griego φως phos ("luz"), y γραφίς grafis ("diseñar", "escribir") que, en conjunto, significa "diseñar/escribir/grabar con la luz".

El desarrollo de la tecnología ha propiciado el uso masivo de la cámara, dando a veces lugar a trabajos tan interesantes como esta serie de autorretratos en los que el proceso creativo es explosivo, y el resultado comunica toda la fuerza, la inocencia, y el grito de necesidad de búsqueda a través de la imagen.


El autorretrato es uno de los ejercicios de análisis más profundos que puede hacer un artista. Implica escrutarse el rostro y conocerse hasta tal punto que la expresión que tenga en ese momento se traduzca en la imagen obtenidaEsta serie es una entre un millón, de acuerdo; todos pasamos hoy en día por procesos de análisis a través del autorretrato. Los móviles tienen cámaras, y mirarnos a nosotros mismos es natural. Pero lograr plasmar de esta forma un momento, una mirada, una verdad de presencia, es algo digno de mención.



Talento en bruto, y sin pretensiones. Eureka al primer intento.
Y ahora sí, ¿Qué pasaría si la autora de estas imágenes (de sólo catorce años) se tomara "en serio" su capacidad creativa? ¿Qué proyectos podría estar desarrollando en poco tiempo? ¿O tú mismo, o cualquiera de nosotros?




Hablando hoy mismo con ella, me contaba lo que tenía que estudiar como tarea del cole. Fuerza de voluntad y memoria es lo que más se sigue reforzando en la escuela. ¿Puede ser que esta chica no sepa que tiene talento? ¿Que nadie lo refuerce, lo riegue, lo aliente? Y volvemos a Sir Ken Robinson...

20101110

AMOR Y PAREJA 1: ENLIGHTMENT & TRUE HAPPINESS IN LOVE

By PAUL KAIHLA — Kim Eng conducted a Q&A with her spiritually-famous lover about the lessons of their relationship. The dialogue is startling for its courage and clarity and offers a rare insight into their private world.


During my travels, one of the most frequently asked questions is, "What is it like to be in relationship with an enlightened being?"

Why this question? Perhaps they have the idea or image of an ideal relationship, and want to know more about it. Perhaps their mind wants to project itself to a future time when they, too, will be in an ideal relationship and find themselves through it.


As long as I have the idea in my head , "I have a relationship," or "I am in a relationship," no matter with whom, I suffer. This I have learned.

With the concept of "relationship" come expectations, memories of past relationships, and further personally and culturally conditioned mental concepts of what a "relationship" should be like. Then I would try to make reality conform to these concepts. And it never does. And again I suffer.


The fact of the matter is: there are no relationships. There is only the present moment, and in the moment there is only relating. How we relate, or rather how well we love, depends on how empty we are of ideas, concepts, expectations.





Recently, I asked Eckhart to say a few words on the ego's search for "love relationships." Our conversation quickly went deeper to touch upon some of the most profound aspects of human existence. Here's what he said:



Eckhart Tolle: What is conventionally called "love" is an ego strategy to avoid surrender. You are looking to someone to give you that which can only come to you in the state of surrender. The ego uses that person as a substitute to avoid having to surrender. The Spanish language is the most honest in this respect. It uses the same verb, te quiero, for "I love you" and "I want you." To the ego, loving and wanting are the same, whereas true love has no wanting in it, no desire to possess or for your partner to change.

The ego singles someone out and makes them special. It uses that person to cover up the constant underlying feeling of discontent, of "not enough," of anger and hate, which are closely related. These are facets of an underlying deep seated feeling in human beings that is inseparable from the egoic state.

When the ego singles something out and says, "I love," this or that, it's an unconscious attempt to cover up or remove the deep-seated feelings that always accompany the ego: the discontent, the unhappiness, the sense of insufficiency that is so familiar. For a little while, the illusion actually works. Then inevitably, at some point, the person you singled out, or made special in your eyes, fails to function as a cover up for your pain, hate, discontent or unhappiness which all have their origin in that sense of insufficiency and incompleteness.

Then, out comes the feeling that was covered up, and it gets projected onto the person that had been singled out and made special, who you thought would ultimately "save you." Suddenly love turns to hate. The ego doesn't realize that the hatred is a projection of the universal pain that you feel inside. The ego believes that this person is causing the pain. It doesn't realize that the pain is the universal feeling of not being connected with the deeper level of your being - not being at one with yourself.

The object of love is interchangeable, as interchangeable as the object of egoic wanting. Some people go through many relationships. They fall in love and out of love many times. They love a person for a while until it doesn't work anymore, because no person can permanently cover up that pain.

Only surrender can give you what you were looking for in the object of your love. The ego says surrender is not necessary because I love this person. It's an unconscious process of course. The moment you accept completely what is, something inside you emerges that had been covered up by egoic wanting. It is an innate, indwelling peace, stillness, aliveness. It is the unconditioned, who you are in your essence. It is what you had been looking for in the love object. It is yourself. When that happens, a completely different kind of love is present which is not subject to love / hate.


It doesn't single out one thing or person as special. It's absurd to even use the same word for it. Now it can happen that even in a normal love / hate relationship, occasionally, you enter the state of surrender. Temporarily, briefly, it happens: you experience a deeper universal love and a complete acceptance that can sometimes shine through, even in an otherwise egoic relationship. If surrender is not sustained, however, it gets covered up again with the old egoic patterns. So, I'm not saying that the deeper, true love cannot be present occasionally, even in a normal love / hate relationship. But it is rare and usually short-lived.

Whenever you accept what is, something deeper emerges then what is. So, you can be trapped in the most painful dilemma, external or internal, the most painful feelings or situation, and the moment you accept what is, you go beyond it, you transcend it. Even if you feel hatred, the moment you accept that this is what you feel, you transcend it. It may still be there, but suddenly you are at a deeper place where it doesn't matter that much anymore.

The entire phenomenal universe exists because of the tension between the opposites. Hot and cold, growth and decay, gain and loss, success and failure, the polarities that are part of existence, and of course part of every relationship.

KE: Then it's correct to say, we can never get rid of the polarities?

ET: We cannot get rid of polarities on the level of form. However, you can transcend the polarities through surrender. You are then in touch with a deeper place within yourself where, as it were, the polarities no longer exist. They continue to exist on the outer level. However, even there, something changes in the way in which the polarities manifest in your life when you are in a state of acceptance or surrender. The polarities manifest in a more benign and gentle way.

The more unconscious you are, the more you are identified with form. The essence of unconsciousness is this: identification with form, whether it is an external form (a situation, place, event or experience), a thought form or an emotion. The more attached to form, the more unsurrendered you are, and the more extreme, violent or harsh your experience of the polarities becomes.

There are people on this planet who live virtually in hell and on the same planet there are others who live a relatively peaceful life. The ones who are at peace inside will still experience the polarities, but in a much more benign way, not the extreme way in which many humans still experience them. So, the way in which the polarities are experienced does change. The polarities themselves cannot be removed, but one could say, the whole universe becomes somewhat more benevolent. It's no longer so threatening. The world is no longer perceived as hostile, which is how the ego perceives it.

KE: If awakening or living a life in an awakened state does not change the natural order of things, duality, the tension between the opposites, what does living a life in the awakened state do? Does it affect the world, or only one's subjective experience of the world?

ET: When you live in surrender, something comes through you into the world of duality that is not of this world.

KE: Does that actually change the outer world?

ET: Internal and external are ultimately one. When you no longer perceive the world as hostile, there is no more fear, and when there is no more fear, you think, speak and act differently. Love and compassion arise, and they affect the world. Even if you find yourself in a conflict situation, there is an outflow of peace into the polarities. So then, something does change. There are some teachers or teachings that say, nothing changes. That is not the case. Something very important does change. That which is beyond form shines through the form, the eternal shines through the form into this world of form.

KE: Is it right to say that it is your lack of "reaction against," your acceptance of the opposites of this world, that brings about changes in the way the opposites manifest?

ET: Yes. The opposites continue to happen, but they are not fueled by you anymore. What you said is a very important point: the "lack of reaction" means that the polarities are not fueled. This means, you often experience a collapse of the polarities, such as in conflict situations. No person, no situation is made into an "enemy."


KE: So, the opposites, instead of becoming strengthened, become weakened. And perhaps this is how they begin to dissolve.


ET: That's right. Living in that way is the beginning of the end of the world.


© KIM ENG, 2004



*Eckhart Tolle es PREMIO DOY-OSTIA 2 de noviembre 2010.

20101102

17º PREMIO DOY-OSTIA: Eckhart Tolle - EL PODER DEL AHORA

Nació como Ulrich Tolle en Alemania, el 16 de febrero de 1948. Vivió con su padre en España desde los 13 hasta los 20 años (1961-1968), cuando se trasladó a Inglaterra. No recibió una educación formal en España, aunque sí recibió cursos de idiomas y otras materias. Acudió a la escuela nocturna para cumplir los requisitos de admisión para entrar en las universidades inglesas, y Estudió en las Universidades de Londres y Cambridge.
Desde 1996 Tolle vive en Vancouver, British Columbia, Canada.

Eckhart Tolle afirma haber experimentado un despertar espiritual a los 29 años, después de padecer largos periodos de depresión. Su ensayo El Poder del Ahora enfatiza la importancia de ser consciente del momento presente para no perderse en los pensamientos. En su opinión, el presente es la puerta de acceso a una elevada sensación de paz. Afirma que "Ser Ahora" conlleva na conciencia que está más allá de la mente, una conciencia que ayuda a trascender el "cuerpo del dolor" que es creado por la identificación con la mente y el ego. Su último libro Una Nueva Tierra, ahora explora la estructura del ego humano y cómo éste actúa para distraer a la gente de su experiencia presente en el mundo. También ha escrito El Silencio habla y Practicando el poder del ahora.

Tolle no está alineado con ninguna religión o tradición en particular. Sin embargo, en el libro Diálogos con maestros espirituales emergentes, de John W. Parker, Tolle ha reconocido una fuerte conexión con Jiddu Krishnamurti y Ramana Maharshi, y afirma que sus enseñanzas son una síntesis de las enseñanzas de estos dos maestros. Además, sostiene que escuchando y hablando con el maestro espiritual Barry Long, comprendió las cosas más profundamente. Las influencias a las que se hace referencia en El Poder del Ahora son los escritos de Meister Eckhart, Advaita Vedanta, "Un curso de milagros", el Sufismo y la poesía de Rumi, así como la escuela Rinzai de Budismo Zen. El libro también interpreta frases de Jesús, recogidas en Biblia. (Recogido de Wikipedia)

Las propuestas sencillas pero impactantes de Eckhart Tolle, están influyendo positivamente en la humanidad. Su condición de "Best-Seller", gracias al apoyo y proyección masiva de la periodista Oprah Winfrey ha permitido que su mensaje llegue a muchos. En mi opinión su estilo es directo y sencillo, y sus obras son tan accesibles como profundas. No pienso que escuchar a Tolle sea mejor que a Krishnamurti, a Thich Nhat Hanh o que al propio Buddha (¿cómo podría?), pero Eckhart Tolle es quien ha escrito estos libros maravillosos en nuestro tiempo, que han llevado a tantas personas el Mensaje, ES AQUÍ Y AHORA.

- Extracto de PRACTICANDO EL PODER DEL AHORA (y primer texto que leí de E.T.):


DE LAS RELACIONES ADICTIVAS A LAS RELACIONES ILUMINADAS



RELACIONES DE AMOR-ODIO
A menos que accedas a la frecuencia consciente de la presencia, todas las relaciones, y en particular las relaciones íntimas, acabarán fracasando y siendo disfuncionales. Puede que parezcan perfectas durante un tiempo, mientras estás «enamorado», pero esa perfección se altera invariablemente a medida que van produciéndose discusiones, conflictos, insatisfacciones y violencia emocional o incluso física…, momentos de tensión que suceden con creciente frecuencia. Parece que la mayoría de las «relaciones amorosas» pasan a convertirse muy pronto en relaciones de amor-odio. En ellas, el amor puede dar paso en un abrir y cerrar de ojos a una agresividad salvaje, a sentimientos de hostilidad o a la total ausencia del afecto. Esto se considera normal.

Si en tus relaciones experimentas tanto un sentimiento de «amor» como su opuesto —agresividad, violencia emocional, etc.—, entonces es muy probable que estés confundiendo el apego adictivo del ego con el amor. No puedes amar a tu compañero o compañera un momento y atacarle al siguiente. El verdadero amor no tiene opuesto. Si tu «amor» tiene un opuesto, entonces no es amor, sino la intensa necesidad del ego de una identidad más completa y profunda, necesidad que la otra persona cubre temporalmente. Este es el sustituto de la salvación que propone el ego, y durante un breve episodio parece una verdadera salvación.
Pero llega un momento en que tu pareja deja de actuar de la manera que satisface tus demandas, o más bien las de tu ego.

Los sentimientos de miedo, dolor y carencia, que son parte intrínseca del ego pero habían quedado tapados por la «relación amorosa», vuelven a salir a la superficie.
Como en cualquier otra adicción, pasas buenos momentos cuando la droga está disponible, pero, invariablemente, acaba llegando un momento en el que ya no te hace efecto. Por eso, cuando los sentimientos dolorosos reaparecen los sientes con más intensidad que antes y, lo que es peor, ahora percibes que quien los causa es tu compañero o compañera. Esto significa que los proyectas fuera de ti y atacas al otro con toda la violencia salvaje de tu dolor. Tu ataque puede despertar el dolor de tu pareja, que posiblemente contraatacará .

Llegados a este punto, el ego sigue esperando inconscientemente que su ataque o sus intentos de manipulación sean castigo suficiente para inducir un cambio de conducta en la pareja, de modo que pueda seguir sirviendo de tapadera del dolor.
Todas las adicciones surgen de una negativa inconsciente a encarar y traspasar el propio dolor. Todas las adicciones empiezan con dolor y terminan con dolor. Cualquiera que sea la sustancia que origine la adicción —alcohol, comida, drogas (legales o ilegales) o una persona—, estás usando algo o a alguien para encubrir tu dolor. Por eso hay tanto dolor e infelicidad en las relaciones íntimas en cuanto pasa la primera euforia.

Las relaciones mismas no son la causa del dolor y de la infelicidad, sino que sacan a la superficie el dolor y la infelicidad que ya están en ti. Todas las adicciones lo hacen. Llega un momento en que la adicción deja de funcionar y sientes el dolor con más intensidad que nunca.
Ésta es la razón por la que la mayoría de la gente siempre está intentando escapar del momento presente y buscar la salvación en el futuro. Si concentrasen su atención en el ahora, lo primero que encontrarían sería su propio dolor, y eso es lo que más temen. ¡Si supieran lo fácil que es acceder ahora al poder de la presencia que disuelve el pasado y su dolor, a la realidad que disuelve la ilusión! ¡Si supieran lo cerca que están de su propia realidad, lo cerca que están de Dios! Eludir las relaciones en un intento de evitar el dolor tampoco soluciona nada. El dolor sigue allí de todos modos.

Es más probable que te obliguen a despertar tres relaciones fracasadas en otros tantos años que pasar tres años en una isla desierta o encerrado en tu habitación. Pero si puedes llevar una intensa presencia a tu soledad, eso podría funcionar para ti.



DE LAS RELACIONES ADICTIVAS A LAS RELACIONES ILUMINADAS
Tanto si vives solo como si vives en pareja, la clave es estar presente e intensificar progresivamente tu presencia mediante la atención al ahora.


Si quieres que florezca el amor, la luz de tu presencia debe ser lo suficientemente intensa como para no verte arrollado por el pensador o por el cuerpo-dolor, ni los confundas con quien eres.

Conocerse como el Ser que está debajo del pensador, la quietud que está debajo del ruido mental, el amor y la alegría que se encuentran debajo del dolor, eso es libertad, salvación, iluminación.
Des-identificarse del cuerpo-dolor es llevar la presencia al dolor y así transmutarlo. Des-identificarse del pensamiento es poder ser el observador silencioso de tus pensamientos y de tu conducta, especialmente de los patrones repetitivos de tu mente y de los roles que representa tu ego. Si dejas de investirla de «yoidad», la mente pierde su cualidad compulsiva, formada básicamente por la constante tendencia a juzgar y a resistirse a lo que es, creando así conflicto, drama y más dolor.

De hecho, en el momento en que dejas de juzgar y aceptas lo que es, eres libre de la mente. Has creado espacio para el amor, para la alegría, para la paz.
Primero, dejas de juzgarte a ti mismo; después dejas de juzgar a tu pareja. El mayor catalizador del cambio en las relaciones es la aceptación total de tu pareja tal como es, dejando completamente de juzgarla y de intentar cambiarla. Eso te lleva inmediatamente más allá del ego. A partir de entonces todos los juegos mentales y el apego adictivo se acaban. Ya no hay víctimas ni verdugos, ni acusadores ni acusados.

La aceptación total también supone el final de la co-dependencia; ya no te dejas arrastrar por el patrón inconsciente de otra persona, favoreciendo de ese modo su continuidad. Entonces, o bien os separáis —con amor—, o bien entráis juntos más profundamente en el ahora, en el Ser.

¿Es así de simple? Sí, es así de simple.
El amor es un estado de Ser. Tu amor no está fuera; está en lo profundo de ti. Nunca puedes perderlo, no puede dejarte. No depende de otro cuerpo, de otra forma externa. En la quietud de tu presencia puedes sentir tu propia realidad informe e intemporal: es la vida no manifestada que anima tu forma física. Entonces puedes sentir la misma vida en lo profundo de los demás seres humanos y de las demás criaturas. Miras más allá del velo de la forma y la separación. Esto es alcanzar la unidad.

Esto es amor.
Aunque es posible tener breves atisbos, el amor no puede florecer a menos que estés permanentemente liberado de la identificación mental y tu presencia sea lo bastante intensa como para haber disuelto el cuerpo-dolor, o hasta que puedas, al menos, mantenerte presente como observador. De ese modo, el cuerpo-dolor no podrá arrebatarte el control y destruir el amor.


LAS RELACIONES COMO PRÁCTICA ESPIRITUAL
Como los seres humanos nos hemos ido identificando progresivamente con la mente, la mayoría de las relaciones no tienen sus raíces en el Ser, y por eso se convierten en fuente de dolor, dominadas por problemas y conflictos.

Si las relaciones energetizan y expanden los patrones mentales del ego y activan el cuerpo-dolor, tal como ocurre actualmente, ¿por qué no aceptar este hecho en lugar de intentar huir de él? ¿Por qué no cooperar con él en lugar de evitar las relaciones o de seguir persiguiendo el fantasma de una pareja ideal que sea la respuesta a todos tus problemas o el complemento que te haga sentirte realizado? El reconocimiento y la aceptación de los hechos te permite cierta libertad respecto a ellos. Por ejemplo, cuando sabes que hay desarmonía y lo tienes presente, ese mismo hecho constituye un factor nuevo que no permitirá que la desarmonía se mantenga invariable. Cuando sabes que no estás en paz, ese conocimiento crea un espacio tranquilo que envuelve tu falta de paz en un abrazo amoroso y tierno, y después transmuta en paz la ausencia de paz.

No hay nada que puedas hacer respecto de tu transformación interna. No puedes transformarte a ti mismo y, ciertamente, no puedes transformar a tu pareja ni a ninguna otra persona. Lo único que puedes hacer es crear un espacio para que ocurra la transformación, para que entren la gracia y el amor en tu vida.


De modo que cuando veas que tu relación no funciona, cuando haga asomar tu «locura» y la de tu pareja, alégrate. Lo que era inconsciente está saliendo a la luz. Es una oportunidad de salvación.
Registra cada momento, registra en especial tu estado interno en cada momento. Si estás enfadado, debes saber que estás enfadado. Si te sientes celoso, si estás a la defensiva, si sientes el impulso de discutir, la necesidad de tener razón, si tu niño interno pide amor y atención o si sientes dolor emocional del tipo que sea, conoce la realidad de ese momento y registra ese conocimiento. Entonces la relación se convierte en tu Sadhana, tu práctica espiritual.

Si observas un comportamiento inconsciente en tu pareja, rodéalo con el abrazo amoroso de tu conocimiento y no reacciones.
La inconsciencia y el conocimiento no pueden coexistir durante mucho tiempo, aunque el conocimiento no esté en la persona que actúa inconscientemente, sino en la otra. A la forma energética que reside detrás de la hostilidad y el ataque, la presencia del amor le resulta absolutamente intolerable. Si reaccionas a la inconsciencia de tu pareja, tú mismo caes en la inconsciencia. Pero si a continuación recuerdas que has de conocer y registrar tu reacción, no se pierde nada.

Las relaciones nunca habían sido tan problemáticas y conflictivas como ahora. Como tal vez hayas percibido, su finalidad no es hacerte feliz o satisfacerte. Si sigues intentando alcanzar la salvación a través de una relación, te sentirás desilusionado una y otra vez. Pero si aceptas que la finalidad de las relaciones es hacerte consciente en lugar de hacerte feliz, entonces te ofrecerán salvación, y te habrás alineado con la conciencia superior que quiere nacer en el mundo.
Para quienes se aferren a los viejos patrones, cada vez habrá más dolor, violencia, confusión y locura.

¿Cuántas personas se requieren para hacer de tu vida una práctica espiritual? No te preocupes si tu pareja no quiere cooperar. La cordura —la conciencia— sólo puede llegar al mundo a través de ti. No tienes que esperar a que el mundo se vuelva cuerdo, o a que otra persona se vuelva consciente, para iluminarte. Podrías esperar eternamente.

No os acuséis mutuamente de ser inconscientes. En el momento en que empiezas a discutir, té has identificado con una posición mental, y junto con esa posición estás defendiendo tu sentido de identidad. Entonces el ego se pone al mando. Estás siendo inconsciente. En ocasiones, puede ser apropiado que señales a tu pareja ciertos aspectos de su comportamiento. Si estás muy alerta, muy presente, podrás hacerlo sin que el ego se inmiscuya, sin culpar, acusar ni decir al otro que está equivocado.
Cuando tu compañero o compañera se comporte inconscientemente, renuncia a juzgarle. El juicio sólo sirve para confundir el comportamiento inconsciente de la otra persona con su identidad real o para proyectar tu propia inconsciencia en la otra persona y confundir tu proyección con su identidad.

Esta renuncia a juzgar no implica que no reconozcas la disfunción y la inconsciencia cuando las veas. Significa «ser el conocimiento» en lugar de «ser la reacción» y el juez. Entonces te liberarás totalmente de la necesidad de reaccionar, o reaccionarás conservando el conocimiento, el espacio en el que la reacción puede ser observada y se le permite ser. En lugar de luchar en la oscuridad, pones luz. En lugar de reaccionar a la ilusión, eres capaz de verla y de traspasarla.
Ser el conocimiento crea un espacio claro de presencia amorosa que permite a todas las personas y cosas ser como son.

No hay mayor catalizador de la transformación. Si haces de esto tu práctica, tu pareja no podrá seguir a tu lado y continuar siendo inconsciente.
Si los dos llegáis al acuerdo de que la relación va a ser vuestra práctica espiritual, tanto mejor. Entonces podréis expresar vuestros pensamientos, sentimientos o reacciones en cuanto se produzcan, de modo que no crearéis un desfase temporal que pudiera agriar una emoción no reconocida ni expresada.

Aprende a expresar lo que sientes sin culpar. Aprende a escuchar a tu pareja de manera abierta, sin ponerte a la defensiva.
Dale espacio para expresarse. Mantente presente. Acusar, defenderse, atacar…, todos los patrones diseñados para fortalecer o proteger el ego, o para satisfacer sus necesidades, están de más.

Es vital dar espacio a los demás y también dártelo a ti mismo. El amor no puede florecer sin espacio.
Cuando hayas resuelto los dos factores que destruyen las relaciones, es decir, cuando hayas transmutado el cuerpo-dolor y dejes de identificarte con la mente y las posiciones mentales —y siempre que tu pareja haya hecho lo mismo—, experimentará s la dicha del florecer de una relación.

En lugar de reflejaros mutuamente el dolor y la inconsciencia, en lugar de satisfacer vuestras mutuas necesidades egocéntricas, os reflejaréis el amor que sentís en vuestro interior, el amor que acompaña a la toma de conciencia de vuestra unidad con todo lo que es.
Ése es el amor que no tiene opuesto.

Si tu pareja sigue estando identificada con la mente y el cuerpo-dolor, y tú ya te has liberado, esto representará un gran reto, pero no para ti, sino para tu pareja. No es fácil vivir con una persona iluminada o, más bien, es tan fácil que el ego se siente amenazado.
Recuerda que el ego necesita problemas, conflictos y «enemigos» que fortalezcan su sensación de separación, de la que depende su identidad. La mente no iluminada de tu pareja se sentirá muy frustrada porque no te resistes a sus posiciones mentales fijas, lo que significa que se irán debilitando y temblarán, e incluso existe el «peligro» de que se derrumben, produciendo una pérdida de identidad. El cuerpo-dolor está pidiendo feedback y no lo está obteniendo. La necesidad de argumentar, dramatizar y estar en conflicto no está siendo satisfecha.


RENUNCIA A LA RELACIÓN CONTIGO MISMO
Iluminado o no, sigues siendo un hombre o una mujer, de modo que en lo relativo a tu identidad en la forma sigues estando incompleto. Eres la mitad de un todo. Esta falta de totalidad se siente como atracción hombre-mujer, el tirón hacia la energía de la polaridad opuesta, por muy consciente que seas.

Pero, en el estado de conexión interna, sientes ese tirón en la superficie o en la periferia de tu vida.
Esto no significa que no te relaciones profundamente con los demás o con tu pareja. De hecho, sólo puedes relacionarte profundamente si eres consciente de Ser. Viniendo del Ser, eres capaz de concentrar la atención más allá del velo de la forma. En el Ser, hombre y mujer son uno. Puede que tu forma siga teniendo ciertas necesidades, pero el Ser no tiene ninguna. Ya es completo y total. Si esas necesidades se satisfacen, es muy hermoso, pero no supone ninguna diferencia para tu estado interno profundo. Por eso es perfectamente posible que una persona iluminada, si no satisface la necesidad de una polaridad masculina o femenina, sienta que le falta algo o que está incompleta en el nivel externo de su ser, y al mismo tiempo puede estar totalmente completa, satisfecha y en paz por dentro.

Si no puedes sentirte a gusto cuando estás solo, buscarás una relación para remediar tu inquietud. Puedes estar seguro de que la incomodidad reaparecerá bajo otra forma dentro de la relación, y probablemente pensarás que tu pareja es responsable de ello.


LO ÚNICO QUE TIENES QUE HACER ES ACEPTAR PLENAMENTE ESTE MOMENTO. Entonces puedes estar cómodo en el aquí y ahora, y a gusto contigo mismo.
Pero ¿necesitas tener una relación contigo mismo? ¿Por qué no puedes simplemente ser tú mismo?

Para tener una relación contigo mismo te divides en dos: «yo» y «mí mismo», sujeto y objeto. Esta dualidad mental es la causa fundamental de toda la complejidad innecesaria, de todos los problemas y conflictos de tu vida.
En el estado de iluminación, tú eres tú mismo: «tú» y «tú mismo» se funden en uno.

No te juzgas, ni sientes pena por ti, ni te sientes orgulloso de ti, ni te quieres, ni te odias, etc. La división causada por la conciencia autorreflexiva queda sanada, la maldición desaparece. Ya no hay un «yo» que tengas que proteger, defender o alimentar.


Cuando estás iluminado, hay una relación que dejas de tener: la relación contigo mismo. Una vez que has renunciado a ella, todas las demás relaciones serán relaciones de amor.


*Eckhart Tolle, 2001
Practicando el Poder del Ahora (Título Original: Practicing the Power of Now –Essential Teachings, Meditations and Exercises from The Power of Now)

20101023

THRILLER - Michael Jackson, 1982 (MJJ Productions Inc.) PARTE 2

Wedding Thriller - Baila hasta la novia!


Profesional, muy profesional... Remangándose la falda para hacer los pasos...


Joelle and Chris along with their bridal party surprise their guests with their rendition of Michael Jackson's Thriller. La novia, una estrella, con la chaqueta roja y todo...


Surprising the guests at my brothers wedding with the famous "thriller" dance from Michael Jackson. El novio lo baila con fuerza, a su izquierda, un amigo con sólo un brazo... Buenísimo. Lástima de la mala grabación en video.


Los novios bailan Thriller junto con otros, para sorpresa general.


Wedding Thriller (Surprise thriller for the folks at the reception)


Y estos dos, en medio del baile nupcial...


It all kicks off around 1m 25 sec. Starring: Asher & Aileen... then all of the ushers. Hvar, Croatia, Sunday 30th August, 2009

Thriller- Dance auf einer Hochzeit!!

Tim & Jillian Miller Wedding Dance. Se inventan coreografía nueva y todo.

Y otra...

Thriller - Regalo de boda


Incluso algunos se han convertido en fenómenos de Youtube...

20101022

THRILLER - Michael Jackson, 1982 (MJJ Productions Inc.) - PARTE 1

Thriller girl 2008 (Four year old dancing/imitating the michael jackson Thriller video. She just kept watching it over and over again. When I saw her doing it I had to record it!...I decided to make a video of her so she could watch herself dancing and acting out the thriller video ;) )


3 Year Old Toddler Girl Dance Moves With Style to Michael Jackson Thriller


My daughter dancing to Michael Jacksons Thriller. She gets most of the moves and she just turned two! - Algo así no debería grabarse con esa calidad de mierda! En ocasiones como ésta es cuando nos damos cuenta de que deberíamos valorar más nuestras propias obras.


My 4 year old son's imitation of Michael Jackson's Thriller--he even wore his mom's satin bonnet to imitate Michael's hair


Layla Janes, 4.


Quincy is a 3 year old that loves Micheal Jackson. Wait 20 seconds into the video before he really starts to dance to Thriller.


Paige, 4.


4 y/o


Incredibly talented 23 month old works on his dance routine to "Thriller" by Michael Jackson

18 Month old Vincent getting down!


Baby dancing Thriller

My 3 year old dancing to Thriller...

My three year old little brother dancing to Michael Jacksons Thriller.

Three year old dancing to MJ Thriller

3 year old Billy dancing to Michael Jackson's "Thriller".

My baby boy showing off his moves to Michael Jackson's Thriller.

My baby boy loves watching and dancing to Micheal's videos, sorry it's a little dark but could not seem to get it to go lighter. I'm going to try again and re-post. Thanks for watching!!

my lttle cuz dancin to thriller

My little cousin dancing to Michael Jackson's "Thriller. 3 year old.
http://www.youtube.com/watch?v=BnLOuFQBP6Y&feature=related

My son's way of showing a dedication to the late Michael Jackson by doing the Thriller dance

Niko when he was just a baby :*(

Michael Jackson's Thriller dance moves performed by 3yr old Jaiden Grant


This is our 1 year old daughter, Zoey. Her daddy was playing Michael Jackson's Thriller on the computer, and she just started dancing! Baby's got rhythm!

My baby dancing to MJ's classic

This is a video of my 6yo little brother, who taught himself the thriller dance by watching it 100's of times on TV and Youtube.

thriller dance with molly, vanessa, and sophia


*El original Michael Jackson's THRILLER, aquí:
http://www.youtube.com/watch?v=p_MuUcxHATo&ob=av3e