
Tenemos que vivir en paz con nosotros mismos y en paz con los demás porque, en definitiva, los seres humanos somos seres sociales que vivimos dentro de una sociedad inter-relacionada.
¿Pero como vivir en la paz y armonía internas, y mantenerlas para ser felices y que los demás puedan también vivir en paz y armonía?

¿Cómo empezamos a generar negatividades? También ahora, al investigar acerca de ello, nos damos cuenta de que nos sentimos desdichados cuando estamos con alguien que se comporta de una manera que no nos gusta, o cuando sucede algo que nos desagrada, o no ocurre o existen obstáculos para que se cumpla algo que deseamos.
Cuando la vida nos decepciona en cualquiera de sus manisfestaciones, surge tensión en nuestro interior, y con todo ello empezamos a atar nudos en nuestro interior. Y como durante toda la vida van a suceder cosas que no queremos y las queridas puede que sucedan o puede que no, no cesamos en este proceso de reacción negativa de atar nudos internos que hacen que toda la estructura física y mental esté en tensión, llena de negatividades, convirtiendo nuestra vida en más o menos continua desdicha.
Una manera de resolver este problema sería arreglárnoslas para que en nuestra vida no ocurra nada no deseado, para que todo sea tal como deseamos. Para lograrlo deberíamos desarrollar en nosotros mismos el poder o bien conseguir que venga en nuestra ayuda alguien que lo tenga, para que las cosas no deseadas no sucedan y solo sucedan las cosas deseadas. Pero eso es imposible. No existe nadie en el mundo que pueda satisfacer todos sus deseos, en cuya vida todo transcurra como quiere, sin que pase algo no deseado. Constantemente ocurren cosas que van en contra de nuestros deseos y querencias, de ahí la pregunta oportuna: ¿Cómo podemos dejar de reaccionar ciegamente cuando debamos enfrentarnos a situaciones que no nos gustan? ¿Cómo podemos dejar de generar tensión y permanecer llenos de paz y de armonía?

Esta solución era útil, funcionaba y aun funciona; practicándola, la mente se siente aliviada. No obstante, solo funciona en el nivel de la mente consciente porque lo que de hecho hacemos al desviar la atención es empujar la negatividad a lo mas profundo del inconsciente donde sigues generándola y multiplicándola. Hay paz y armonía en la superficie, pero en las profundidades de la mente hay un magma de negatividad reprimida que antes o después entrará en erupción con una gran explosión.
Hubo otros exploradores de la verdad interna que llegaron algo más allá en su búsqueda, y que tras experimentar en su interior la realidad de la mente y de la materia se dieron cuenta de que desviar la atención es solo huir del problema. Escapar no es una solución, hay que enfrentarse al problema; cuando surja una negatividad en la mente, obsérvala, hazle frente y tan pronto como empieces a observar la contaminación mental, empezará a perder fuerza y poco a poco se irá marchitando y podrá ser arrancada de raíz.
Es una buena solución que evita los dos extremos: la represión y el dar rienda suelta. Enterrar la negatividad en el inconsciente no la erradicará y permitirle manifestarse con un acto físico, verbal o mental dañino solo creará más problemas. Pero si te limitas a observarla sin reaccionar, la contaminación poco a poco desaparece y habrás erradicado esa negatividad, llegarás a estar libre de esa contaminación.

La dificultad estriba en que no somos conscientes del momento en el que comienza esta contaminación. Empieza en las profundidades de la mente inconsciente y cuando llega al consciente ha tomado tal fuerza que nos arrastra y no podemos observarla. Desde niños, cargamos con dolores no sanados y patrones de reacción y comportamiento adquiridos, que llevan unos a otros, creando redes mentales cada vez más complejas, con las que, además, nos identificamos.
Supongamos ante el surgimiento de una negatividad, tuviésemos a alguien al lado que nos advirtiera "Mira, se acerca la manifestación de un nudo negativo de tu mente". La primera reacción sería proyectar esa misma negatividad sobre él. Pero tal vez prevaleciera la sabiduría y no le regañáramos; probablemente diríamos: "Muchas gracias, ahora debo sentarme y observar mi ira". Pero, ¿acaso es eso posible? Nada más cerrar los ojos para observar la ira, el objeto de mi negatividad, ya sea una persona o un incidente, interior o exterior, surge de inmediato en mi mente y ya no observo la propia negatividad sino meramente el estímulo externo de aquella emoción, lo cual, sólo conducirá a la multiplicación de la negatividad en sí y por tanto, no es una solución. Es muy difícil observar una negatividad abstracta, una emoción abstracta divorciada del objeto exterior que la originó.

Sin embargo, hubo alguien que habiendo llegado a la verdad última encontró una solución auténtica. Descubrió que al surgir una contaminación en la mente ocurren dos cosas simultáneamente al nivel físico: la respiración pierde su ritmo normal, - es fácil observar que respiramos más fuerte cuando surge una negatividad - y en niveles más sutiles se inicia en el cuerpo una reacción bioquímica que da lugar a una sensación. Todas las contaminaciones generan algún tipo de sensación en el cuerpo.
Esto nos ofrece una solución practica: una persona corriente no puede observar contaminaciones abstractas (miedo, ira, pasión...), pero con un adiestramiento adecuado y practicando es fácil observar la respiración y las sensaciones del cuerpo, y ambas están relacionas directamente con las contaminaciones mentales.
La respiración y las sensaciones ayudan de dos formas: primero se comportaran como secretarios privados y en cuanto surja una impureza la respiración dejará de ser normal y empezara a gritarnos: "¡Algo va mal!". Y como no podemos regañar a la respiración tenemos que aceptar el aviso. De igual forma también las sensaciones nos dirán que algo va mal. Tras habernos avisado podemos empezar a observar la respiración, a observar las sensaciones y nos daremos cuenta de que la impureza desaparece enseguida.

De esta forma la técnica de la auto-observación nos muestra los dos aspectos de la realidad: el interno y el externo. Antes sólo mirábamos al exterior perdiéndonos la verdad interna; buscábamos en el exterior la causa de nuestra desgracia culpado siempre a algo o a alguien e intentábamos cambiar la realidad externa. Al ignorar la realidad interna, no comprendíamos que la causa del sufrimiento se encuentra en nuestro interior, en nuestras reacciones ciegas hacia las sensaciones agradables o desagradables.
Ahora, al adiestrarnos, podemos ver la otra cara de la moneda, podemos ser conscientes de nuestra respiración y también de lo que ocurre en nuestro interior. Sea lo que sea, respiración o sensación, aprendemos a observar sin desequilibrar la mente. Dejamos de reaccionar y de multiplicar nuestra desdicha y permitimos que las contaminaciones se manifiesten y desaparezcan.

Al llegar a este estado nuestra conducta habitual cambia, ya no es posible cometer actos físicos o verbales que puedan perturbar la paz y la felicidad ajenas. Una mente equilibrada esta llena de paz e impregna el ambiente que la rodea de paz y de armonía que también afectan a los demás ayudándoles.
Al aprender a mantenernos equilibrados haciendo frente a lo que experimentamos en nuestro interior, desarrollamos también el desapego hacia todo lo que nos deparen las situaciones externas. Pero este desapego no es escapismo o indiferencia hacia los problemas del mundo. Quienes practican Vipassana con regularidad se sensibilizan más a los sufrimientos de los demás, y hacen cuanto pueden para aliviar el sufrimiento en la forma que puedan, sin agitación, con la mente llena de amor, compasión y ecuanimidad. Así permanecen llenos de paz y de felicidad mientras trabajan por la paz y la felicidad de los demás.


Se llama meditación Vipassana a esta experiencia directa de nuestra realidad, a esta técnica de auto-observación. En el idioma que se utilizaba en la India en la época del Buda "passana" significaba ver las cosas en la forma corriente, con los ojos abiertos; pero "vipassana" es observar las cosas tal y como son, no como parecen ser. Hay que penetrar a través de la verdad aparente hasta llegar a la verdad última de la estructura mental y física. Al experimentar esta verdad aprendemos a dejar de reaccionar ciegamente, a dejar de generar contaminaciones, y de forma natural las contaminaciones antiguas van erradicándose poco a poco. Así nos liberamos de la desdicha y experimentamos la felicidad auténtica.

El segundo paso es aprender a controlar nuestra mente salvaje adiestrándola para que se concentre en un único objeto: la respiración. Intentamos mantener la atención en la respiración el mayor tiempo posible. Este no es un ejercicio de respiración porque no intentamos regularla, sino que la observamos tal y como es, de forma natural: tal y como entra el aire, tal y como sale. De esta forma aumentamos la serenidad de la mente para que no se deje arrastrar por negatividades intensas y al mismo tiempo vamos concentrándola y haciéndola más afilada, más penetrante, más capaz de trabajar internamente. Esto es doma de la mente o Samadi.


Observar la realidad tal y como es, observando la verdad interior, uno se conoce a sí mismo directamente en el nivel de la experiencia. Con la práctica nos liberamos de la desdicha que acarrean las contaminaciones. Partiendo de la verdad externa, burda y aparente, penetramos en la verdad última de la mente y la materia. Esto también terminan por trascenderse y se experimenta una verdad que esta más allá de la mente y la materia; más allá del tiempo y del espacio, más allá del campo condicional de la relatividad: la verdad de la liberación total de todas las contaminaciones, de todas las impurezas, de todo el sufrimiento. No importa el nombre que se de a esta verdad última, es la meta final de todos nosotros.

¡Ojalá experimentes esta verdad última!
¡Ojalá todos se liberen de las contaminaciones y de la desdicha!
¡Ojalá todos gocen de una paz auténtica, una paz real, una armonía real!
¡OJALÁ TODOS LOS SERES SEAN FELICES!
*El texto está basado en una charla dada por S.N. Goenka en Berna, Suiza, en 1980.

Aunque de descendencia india, Goenkaji nació y creció en Birmania, donde tuvo la fortuna de conocer a U Ba Khin y aprender de él la técnica de Vipassana.
Después de recibir adiestramiento durante catorce años, Goenkaji se marchó a la India y allí comenzó a enseñar Vipassana en 1969. A pesar de ser éste un país profundamente dividido en castas y religiones, los cursos de Goenkaji atraen a miles de personas procedentes de todos los sectores sociales. Asimismo, acuden a aprender la técnica de Vipassana gentes de numerosos países del mundo. Goenkaji ha eseñado a miles de personas en cientos de cursos de diez días en la India y en otros países, tanto de Oriente como de Occidente.
En 1982 comenzó a nombrar profesores asistentes para que le ayudaran a atender la creciente demanda de cursos. Hoy se celebran regularmente por todo el mundo y se han establecido muchos centros de meditación bajo su supervisión. En España contamos con el Centro de Meditación Vipassana Dhamma Neru en la falda del Montseny, a media hora de la ciudad de Barcelona. Allí se ofrecen cada mes una media de dos cursos de 10 días, que es el método adecuado de iniciación a esta técnica. También se realizan cursos fuera del centro, en Palencia, Toledo, Las Palmas de Gran Canaria, Orense y Andalucía. Información en: www.neru.dhamma.org
La técnica que enseña S.N.Goenka tiene su origen en una tradición que se remonta al Buda. El Buda nunca enseñó una religión sectaria; enseñó Dhamma -el camino de la liberación-, que es universal. Siguiendo esa tradición, la enseñanza de Goenkaji está libre de sectarismos, y por esta razón sigue atrayendo a gentes de cualquier procedencia, con o sin creencias religiosas, y de todos los rincones del mundo.
BE HAPPY!
Gracias por dejar un articulo qeu no interesa a ningún hijo de madre, perdedor!
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